voces desiertas

Mayo del 2007


Publicado el 27 de Mayo, 2007, 14:39

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Labrador, Canadá

"Estamos aquí en Labrador. Siempre
he deseado estar aquí, especialmente contigo,
en esta cabaña donde relumbra el fuego. Tú

llevas un traje Calvin Klein y yo
la chaqueta de terciopelo que heredé de mi padre.
Eso es todo. Por qué? Porque estoy feliz. Y atento

al primer signo tuyo que nos lleve a la cama.
Esos momentos de frívola anticipación
son los más felices de mi vida. Y me pregunto si acaso

no somos parte de alguna predicción sobre
lo bueno que puede ser el mundo si nosotros,
en este frígido paisaje, libre de la necesidad

de comprar, estamos donde el mundo se dirige.
O tal vez formamos parte de un registro de lo que
ya ocurrió, y somos un signo de las profundidades

donde se hundió el mundo. Tu costoso traje,
mi envejecida chaqueta, esta cabaña sin cañerías
dentro, sin horno decente, sin estéreo ni TV

podrían no ser más que una broma
en la cuenta final de logros por reclamarse
en una fecha tardía. Pero estamos aquí,

nadie puede arrebatarnos eso,
y si se burlan, qué importa, estamos aquí
felices en Labrador, bailando hasta el amanecer".

Mark Strand, Sólo una canción, Editorial Pretextos, Valencia, mayo 2004 (Este poema pertenece a Dark Harbour, 1993)

Publicado el 26 de Mayo, 2007, 15:56

Robert Doisneau

Robert Doisneau

Caminar. Caminar con las manos. Aunque el camino sea de piedras. Caminar. Con la cabeza contra el piso. Con los pies elevados hacia el cielo. Aunque el cielo esté gris. Aunque pueda llover de nuevo. La lluvia dejó sus huellas, siempre deja sus huellas. Suspenderse en el aire y mantener el equilibrio. Nunca fue fácil mantenerse en equilibrio. Desafiar la gravedad. Nunca nada es tan grave. Avanzar. Avanzar con las manos contra el piso. Contra la lluvia que golpea los cristales de las ventanas. Aunque ellos nos miren con asombro. Aunque se rían. Desde aquí todo se ve distinto. Pero hay que estar aquí para poder ver lo que vemos. Avanzar. Avanzar lentamente. Sin caer demasiado.

Paula Aramburu

Publicado el 19 de Mayo, 2007, 18:57

En enero de 2006 descubrí a Mark Strand leyendo un librito que se llama Poesía minimalista norteamericana (Ediciones Los libros de Orfeo). Desde entonces, estoy buscando sus libros, inconseguibles en Argentina. Hasta le pedí a un amigo que vive en España si me lo podía conseguir, pero enviar libros hasta aquí, desde la madre patria, es realmente carísimo (creo que proporcionalmente, conviene más sacar un pasaje a Madrid!). Pero por suerte este jueves, antes de ir al taller de poesía que estoy haciendo en la Casa de la Poesía de Buenos Aires, me di una vuelta por la Librería Norte, y allí encontré este tesoro que es Sólo una canción. Espero que los disfruten mucho porque a partir de hoy, y por unos cuantos días, encontrarán en este blog una larga serie de sus poemas. 

EL GUARDIAN

"La puesta de sol. Los prados ardiendo.
El día perdido, perdida la luz.
Por qué amo lo que huye?

Tú, que te fuiste, que te estabas yendo,
qué oscuros cuartos habitas?
Guardián de mi muerte,

custodia mi ausencia. Yo estoy vivo."


DANZA

"El fantasma de otro viene a visitarme,
celebramos nuestra comunión mientras brilla la luz.
Mientras brilla la luz, qué más podríamos hacer?
Y quién no tiene un pie en la tumba?

Advierto los árboles tupidos con sus hojas,
una nube de insectos los engulle.
La luz cae como un ancla entre las ramas.
Y quién de nosotros no cae constantemente?

Flota mi mente en el aire púrpura del cráneo.
Y me veo a mí mismo danzando. Sonrío a todos.
Mi cabeza es una casa ardiendo. Fuera de ella danzo
   lentamente.
Y quién no es llevado una y otra vez al cielo?"

Mark Strand, Sólo una canción, Editorial Pre-textos, España, mayo 2004. (Mark Strand nació en 1934 en la Isla del Príncipe Eduardo, en la costa atlántica de Canadá, pero vivió y realizó sus estudios en Estados Unidos y en algunos países de Sudamérica. Fue amigo de Octavio Paz y admirador de Pessoa y Borges. En 1999 ganó el Premio Pulitzer por Blizzard of One y trabaja como Profesor en la Universidad de Chicago. La selección, traducción y prólogo de este libro estuvieron a cargo de Eduardo Chirinos).  

Publicado el 13 de Mayo, 2007, 20:02

árboles fríos

nunca hizo tanto frío
en el mes de mayo
ni las hojas cayeron
tan pronto, tan secas
ni la casa estuvo
de repente
tan vacía

o será la distancia
que va cambiando el estado
del tiempo
las estaciones
las cosas

Paula Aramburu, 10/05/07

Publicado el 11 de Mayo, 2007, 17:23

Escher 2

hace semanas, meses
que busco esa fotografía
tenía una remera de algodón
rayada, roja y blanca
y una campera vaquera
tenía el rostro serio, hermoso
por su ropa
por la luz del sol, y de las sombras
podría haber sido
una tarde de primavera
o de otoño, como ésta
la busqué entre las páginas
de los libros que leía
en esa época
y en algunas cajitas
en las que todavía guardo
viejas cartas de amor

hace semanas, meses
que busco aquella foto
con esa remera de algodón
rayada, roja y blanca
y esa campera vaquera
pero ella, no hace más
que jugar
a las escondidas

Paula Aramburu, 11/05/07

Publicado el 10 de Mayo, 2007, 20:03

Estoy leyendo uno de los libros que me compré en la Feria del Libro de Buenos Aires el viernes pasado: "Poetas Argentinas (1940 - 1960)", una antologia que incluye poemas de algunas de las escritoras más importantes de ese período. La selección y el prólogo están a cargo de Irene Gruss (otra gran poeta). Hay  muchos poemas que me gustan, y otros no tanto. Acá va uno de los que me gustaron:

Amor

"En el contestador automático, tu voz
bajo otro cielo. Suena una trompeta, el jazz
de este país lejano que ahora habito, en nuestra casa,
al sur,
donde nada regresa, donde ahora estarás
mirando pasar el invierno
hacia otra estación, desconocida.
Nuestra casa en invierno, al sur,
donde nada está previsto pero
el agua corre como siempre
en la dirección opuesta. (...)"

Teresa Arijón (Buenos Aires, 1960 , poeta y traductora), "Poetas Argentinas (1940 - 1960)", Ediciones del Dock, abril 2006.

Publicado el 6 de Mayo, 2007, 14:44

                                                               A mi papá (20/03/35 - 06/05/82)

Un cierto odio por los grillos

dicen que los grillos
traen suerte
cuando mi padre ingresó
en terapia intensiva
un grillo
entró en su habitación

durante cuatro días
lo busqué por todas partes:
debajo de la cama
detrás de la puerta
sobre la mesa de luz
y hasta en sus cajones
quería guardarlo
en un frasco con tapa
y que nunca se fuera
que nunca se fuera

todos me decían que los grillos
traen buena suerte
pero mi padre
nunca
salió de terapia intensiva
y yo
de vez en cuando
todavía
escucho un canto
agudo
afónico
que viene del patio

              * * *

Un bosque de tilos

hojas tiernas
se enredaban en las
ramas secas 
de tu nombre

sus flores blancas
y amarillas
te vestían de otoño prematuro

eras madera fácil de tallar
sólo había que hacerlo cuidadosamente
desde afuera y
hacia el
centro

tallamos palabras
varias historias
y suficientes silencios mientras
el agua del valle
fluía por entre los senderos circulares
de tu ausencia

todavía
en las noches de mayo
algunas noches de mayo
se escuhan las gaitas
tamboriles y flautas
que vienen de muy lejos

y con ellas
el verde de tus hojas
la frescura del agua del valle
y la sombra del  bosque
de tilos

Paula Aramburu

Publicado el 5 de Mayo, 2007, 13:07

baldosas mojadas

Otro fin de semana gris, oscuro. A mi alrededor, la inmovilidad, el silencio. Desde hace algunas horas, mi gata duerme acurrucada en la silla del comedor. Nada parece perturbarla. Nada. Yo tomo té, leo. Escribo: pedirle al cielo que aleje la niebla. Y la lluvia. Que deje la lluvia para otro momento, para más adelante. Para cuando pueda escuchar sin dolor el sonido de las gotas golpeando contra las ventanas, contra las baldosas del patio. O contra  mi espalda. Pedirle que traiga de nuevo, lo antes que pueda, la tibieza de la luz del sol, la frescura verde de las hojas, del césped, de los parques. Pedirle al cielo que me deje ver, un poco más, un tiempo más. Más allá de la lluvia, y de la niebla. Aunque lo que vea duela como una gota de alcohol en la piel herida. Pedirle que me cuide, esta noche, de la intemperie que se aproxima. Y de la caída sorpresiva de granizo.  Pedirle al cielo, también, que me proteja del olvido. Y de mí misma. Algunos recuerdos, algunos sueños, vienen con fecha de vencimiento.

Paula Aramburu, 05/06/07 (corregido)