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Julio del 2008
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30 de Julio, 2008, 20:20
"Me paseé por última vez a lo largo del mar. Tan lejos como podía verse, no había nadie en la playa del lado del faro. Caía una lluvia fina y salpicadora, la que agrieta los labios, turba la mirada. El viento la reunía en paquetes y me la arrojaba en la cara, impidiéndome caminar, respirar. Esto no estaba hecho para nosotros, esta lluvia y este viento cómplices, este mar desvergonzado. El aire era brutal y soplaba en todos los sentidos, no era posible meterse en la cuna del viento y caminar con él ni respirarlo. De golpe faltaba todo ante nuestras narices. Era peor que la cólera. Una fiesta a la que uno no estaba invitado.
Me abrigué contra una roca retirada y me senté. De golpe estaba en otra parte, lejos. Estaba mejor. Mis mejillas estaban frías ahora cuando las tocaba. Paquetes de lluvia llevados por el viento pasaban por encima de la roca pero no me alcanzaban. Mis manos sobre la cara tenían el olor del frío, ya no las reconocía. Creí que estaba triste. Lloré. Hubiera querido no irme nunca de ese lugar, nunca jamás en la vida. Lloré porque tenía que irme.
Tenía que sucederme algo. Esperaba que surgiese una mañana un acontecimiento que me curase definitivamente de la espera ridícula en que se había convertido mi vida..."
Marguerite Duras, La vida tranquila, Ed. Noguer, Barcelona, diciembre 1990. Traducción de Juana Bignozzi.
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23 de Julio, 2008, 21:20

como esas ramas secas y finitas, debilitadas por el frío y la falta de luz como la gota de lluvia que sin buscarlo resbala inevitable y golpea con fuerza contra la tierra
como las ramas secas o esa gota de lluvia quebrarme y dejarme caer, de un solo golpe, una sola vez, hasta alcanzar el fondo del fondo si lo hubiera
Paula Aramburu, junio 2008.
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20 de Julio, 2008, 16:24
Ayer estuve en el Festival de Poesía Latinoamericana Salida al mar, encuentro organizado desde 2004 por Cristian de Nápoli, en el que participan poetas de tonos muy diversos, diría que heterogéneos a más no poder, provenientes de Colombia, Paraguay, Chile, Uruguay y Argentina. Anoche, además de volver a escucharla a mi querida Juana Bignozzi, tuve la oportunidad de escuchar y descubrir a una poeta colombiana que me deslumbró: Andrea Cote Botero. Aquí les dejo un poema de Juana y otro de Andrea para que los disfruten. Y esta tarde, a las 19:00 hs lee Sebastián Villar Rojas (compañero mío del taller de Alma Maritano hasta el 2001) y a las 20:00 hs estará Verónica Laurino, gran poeta rosarina, además de "amiga de letras".
Mi gloriosa juventud
"He decidido quedarme indefinidamente existe este dolor suave casi cansancio yo repito tu nombre como quien dice tengo sed o es muy tarde nada se rompe nada se detiene los que mueren los que se preparan a morir las cosas que no fueron dichas en su momento los infinitos caminos del dolor la resignación que se instala en la vida de los que amo. Cuando me ahogo recorro acompasadamente algunos de los infinitos caminos que llevan a la locura mi vida a través de él mi vida sin él mi vida cercada por los que amo."
Juana Bignozzi, Mujer de cierto orden (1967), en La ley tu ley, AH editora, Bs. As., 2000.
* * *
Puerto quebrado
"Si supieras que afuera de la casa, atado a la orilla del puerto quebrado, hay un río quemante como las aceras.
Que cuando toca la tierra es como un desierto al derrumbarse y trae hierba encendida para que ascienda por las paredes, aunque te des a creer que el muro perturbado por las enredaderas es milagro de la humedad y no de la ceniza del agua.
Si supieras que el río no es de agua y no trae barcos ni maderos, sólo pequeñas algas crecidas en el pecho de hombres dormidos.
Si supieras que ese río corre y que es como nosotros o como todo lo que tarde o temprano tiene que hundirse en la tierra.
Tú no sabes, pero yo alguna vez lo he visto hace parte de las cosas que cuando se están yendo parece que se quedan."
Andrea Cote Botero (Barrancabermeja, 1981), Puerto Calcinado, Universidad Externado de Colombia, 2003 (edición agotada, material extraído de internet). Con este libro obtuvo el Premio Nacional de Poesía Joven de la Universidad Externado de Colombia, y en 2005 el Premio Mundial de Poesía Joven "Puentes de Struga", otorgado por la Unesco y el Festival de Poesía de Macedonia. Es colaboradoradora del Festival Internacional de Poesía de Medellín.
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17 de Julio, 2008, 20:37

Gustav Klimt - El árbol de la vida
"Si puedo dejarte ir como los árboles dejan ir sus hojas, tan naturalmente, una por una; si puedo llegar a saber lo que ellos saben, que la caída es alivio, es consumación, entonces el miedo al tiempo y a la fruta incierta no perturbaría los grandes cielos lúcidos, este otoño extrañísimo, dulce y severo. Si puedo soportar lo oscuro con los ojos abiertos y llamarlo estacional, no áspero o extraño (porque también el amor necesita un tiempo de descanso), y como un árbol estarme quieta ante los cambios, perder lo que se pierda para guardar lo que se pueda, la extraña raíz todavía viva bajo la nieve, el amor resistirá -si puedo dejarte ir".
May Sarton (1912, Wondelgem, Bélgica - 1996, Maine, USA), en Revista Abyssinia, dirigida por María Negroni y Jorge Monteleone, Eudeba, Bs. As., 1999. Traducción de Diana Bellessi.
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16 de Julio, 2008, 15:22

Hoy quisiera estar en un lugar así. No necesitar nada más. (Trinidad del mar, Cuba - foto by peetosga).
"Después de dos horas de inmovilidad bajo el sol, sin hacer nada, sólo mirar siempre el mismo mar: entonces mi cabeza ya no sabe qué hacer, no sabe preferir un pensamiento u otro y retenerlo. Todos los que llegan flotan en el mismo nivel. Aparecen y desaparecen: desechos sobre el mar. Han perdido el aspecto y el sentido que se les reconocía de costumbre mientras conservan sus formas de una manera a la vez absurda e inolvidable.
El pensamiento de mi persona es frío y lejano. Está en alguna parte fuera de mí, apacible y entorpecido como una cosa entre todas las que están bajo el sol. Soy una cierta forma en la que han vaciado una historia que no es mía. La llevo con esta seriedad y esta indiferencia con la que uno se hace cargo de lo que no le pertenece. Sin embrago podría existir un acontecimiento que fuera tan mío que yo lo habitaría por entero. Entonces me remitiría a mis derrotas, a mi insignificancia o aun a este instante. Pero antes, inútil intentarlo.
(...) ¿Qué es saber o ignorar algo? ¿Cuál es la lección de ese saber para desentrañar lo que me sucede frente a este vacío que se eleva ante mis ojos en olas cada vez más grandes, con una claridad cada vez más devoradora?"
Marguerite Duras, La vida tranquila, Noguer, Barcelona, diciembre 1990. Traducción de Juana Bignozzi.
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7 de Julio, 2008, 21:57

The white chair (by Linda Plaisted)
Argumentos de arena
"No deberíamos amar nada que pase. Nada que nos mate un poco cuando sus signos mueran.
Es decir, nada que ría. Nada que tiemble o se conmueva. Nada que florezca para luego marchitarse, de buenas a primeras.
Nada vivo, si apuramos conclusiones: Duele tanto ver cómo lo que amamos se deshace en nuestras manos vencido por el tiempo.
Es más, no deberíamos amar, si lo pensamos.
Pero no lo pensemos. Hoy no, al menos"
* * *
Inercias
"A solas te preguntas qué vas a soñar después, cuando la demora te ate a las sillas -abrazo de enredadera- y en los bolsillos duerma el vapor de los cuerpos y las velas y los trenes que no fueron.
¿Dónde ese preservar nos librará de huir, para avanzar como si fueran ciertos el placer, el sumar y no, la pérdida?"
Raquel Garzón (Córdoba, 1970) en Poetas Argentinas (1961-1980), Ediciones del Dock, Bs. As., 2007.
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5 de Julio, 2008, 16:08
Hace unos días en el blog de Ana (ana-lafragua.blogspot.com), y a raíz del poema Grafito de Claudia Masin, que a su vez hizo que Laura Alonso evocara su poema El hueco en la tela, fueron surgiendo comentarios y reflexiones sobre la relación madre-hija, relación compleja, ambivalente y determinante de la vida de cualquier sujeto, pero sobre todo, de la hija. Justo cuando leía estos poemas y comentarios en La fragua, estaba leyendo Casi la luna, de Alice Sebold, que terminé anoche. Una novela muy dura, cruda, sin vueltas, en la que la protagonista cuenta en 1era. persona cómo mata a su madre de 88 años que sufre de cáncer de colon desde hace varios años. Todo el libro es un ida y venida entre las 24 horas posteriores al crimen (tiempo actual) y los recuerdos de la protagonista de la relación con su ex-pareja, sus hijas, su nieta, su padre y su madre. Por otro lado, pero creo que no al margen, el viernes viajo a Buenos Aires para entregar en la editorial la primera corrección del print de la tesina (que antes de fin de año se convertirá en libro), y que justamente es una investigación sobre el matricidio (pero no el de mi madre, quédense tranquilos!). Perece que nuestras madres nos hacen hablar. Y escribir. Por suerte eso.
"Sabía de las limitaciones de mi madre porque también yo las llevaba... Entonces me di cuenta de algo que intuía desde hacía años pero no había sido capaz de nombrar: que yo había nacido para ser su representante en el mundo y llevar ese mundo a casa, ya fuera con manualidades de papel pinocho hechas en los primeros años de escuela o enfrentándome a un grupo de hombres enfurecidos en nuestro jardín. Lo haría todo por ella. Aquel era nuestro acuerdo tácito particular, la forma en que esta niña servía a su madre. (...) No me planteaba qué me estaba sucediendo. Había empezado a perseguir a mi marido como alguna vez había perseguido a mi madre, intentando estar a su altura, una niña sombra que se esforzaba por ser lo que creía que ellos querían que fuera."
Alice Sebold, Casi la luna, Mondadori, mayo 2008. Pgs. 106/ 215.
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