voces desiertas

Publicado el 28 de Enero, 2009, 14:50

   "El sentimiento que empuja a una persona hacia otra no puede planearse de antemano (...). Ella conocía los secretos de la vida, del cuerpo, de la conciencia y de la inconciencia. Para ella el amor no era una simple serie de encuentros ocasionales sino una eterna vuelta al hogar, a la niñez familiar, una niñez que era lugar de nacimiento y a la vez fiesta, la luz anaranjada de un paisaje al atardecer y el sabor familiar de la comida, la excitación de la espera y, en el fondo de todo, la seguridad de que más tarde, cuando caiga la noche, no habrá que tener miedo de los murciélagos, pues uno vuelve a casa cuando se cansa de jugar y allí lo esperan una lámpara encendida, un plato caliente y una cama hecha. Eso era el amor para Judit."

Sándor Márai, La mujer justa, Salamandra, Barcelona, 2007.