voces desiertas

Febrero del 2009


Publicado el 28 de Febrero, 2009, 16:29

células

se fueron desplazando
en absoluto silencio, invadieron
músculos, tejidos blandos
células sanas grandes y pequeñas

minuto a minuto
lo fueron cubriendo todo
la fuerza de la lava que tras años
de permanecer encerrada
y a oscuras, dormida en lo profundo
del volcán, se enciende

Paula Aramburu

Publicado el 26 de Febrero, 2009, 18:14

   "De esa época, para decirlo de manera consecutiva, data la aparición de los cuerpos. Mi cuerpo, el cuerpo de mi madre, el cuerpo de mi hermano, el cuerpo de los muchachos de la vecindad con los que jugaba, el cuerpo de las mujeres africanas en los caminos, alrededor de la casa, o bien en el mercado, cerca del río. Su estatura, sus pechos pesados, la piel brillante de su espalda. El sexo de los muchachos, su sexo circuncidado. Rostros sin duda, pero como máscaras de cuero, endurecidos, cosidos de cicatrices y de marcas rituales. Sus vientres prominentes, el botón del ombligo semejante a un guijarro cosido a la piel. También el olor de los cuerpos, su tacto, la piel no áspera sino cálida y fina, erizada de miles de pelos. Tengo esa impresión de gran proximidad, del número de cuerpos alrededor de mí, algo que no había conocido antes, algo nuevo y familiar a la vez, que excluía el miedo."

J.M.G. Le Clézio, El africano, AH editora, 2007. Traducción de Juana Bignozzi

Publicado el 19 de Febrero, 2009, 12:16

   Mori Ponsowy hace un excelente trabajo de traducción del libro El padre, de Sharon Olds (San Francisco, USA, 1942). Un libro duro, terrible, esos en los que se confunde la belleza con el horror, el amor con el odio, el deseo con la muerte. Dice Mori en el prólogo: "Los poemas de este libro, escritos en un lapso de nueve años, forman una secuencia que narra la enfermedad y la muerte de un padre desde el punto de vista de su hija. No ha sido una relación fácil la de ellos: el padre es alcohólico y la hija nació de una mujer a quien él nunca amó. Suficientes elementos para un complejo entramado de emociones que la autora desmenuza con frialdad de anatomista, sin detenerse nunca en la superficie de los afectos. (...) A través de una neutralidad aparentemente gélida, Olds fija escenas de la vida cotidiana con distancia y fidelidad periodística pero, al mismo tiempo, con una agudeza lírica conmovedora".

Cerca de la muerte

"Lo siento ahora, siempre, una presión
firme sobre todo el cuerpo,
como si me tuvieran sujeta en una prensa de flores.
Temo que suene el teléfono:
una voz me lo dirá aunque yo no esté lista,
aunque no haya encontrado un lugar,
aunque no sepa qué pasará con él,
a dónde irá. Siempre pensé
que guardaba una salvación para él, oculta,
incluso ante mis propios ojos, dentro de mí.
Pero no sé quién será él entonces, cuando suene el teléfono,
dónde estará, no tengo nada que darle, ni una red,
ni siquiera un cielo para salvarlo.
Me enseñó el mundo, la noche, el sueño, el cuerpo
del hombre en toda su belleza y su terror,
él dispuso de ese paisaje para que yo
regresara a él a través suyo, y yo volveré
para darle cuanto me dio:
el mundo, la noche, el sueño, la belleza, el terror"

Sharon Olds, El padre, Bartleby Editores, Madrid, 2004. Traducción de Mori Ponsowy.

Publicado el 12 de Febrero, 2009, 16:09

   "Ahora que mi padre ha partido, es Jadi quien me guía en la fiesta. Repite lo que me dijo a mi llegada, no son las estrellas lo que importa, sino el conocimiento del vacío./ Para ello hay que entrar en la lentitud del espacio. Él no lo explica realmente, pues si lo dijera con las palabras de la ciencia, sería semejante a esa gente que escribe libros sobre el silencio./ Sólo dice: 'Imagina dónde estás, en este momento. Imagina quién eres. Eres simplemente una cámara oscura cuyo diafragma se abre a la negrura de la noche. Tu cámara es un fragmento de lava lanzado al espacio, y ese fragmento de lava es llevado en un círculo alrededor de una estrella cuya potencia es tal que ningún cuerpo en su vecindad pueda escapar a su atracción. La estrella misma huye en el vacío a una velocidad incalculable, hacia un destino que no conoceremos jamás, forma parte de un lago de otros soles que conforma la galaxia, que se aleja de los otros lagos, de las otras Vías Lácteas, cada una hacia un punto a una velocidad incalculable, y cada uno de esos soles, cada una de esas Vías Lácteas, están tan lejos que aún si los miráramos durante mil años nos parecerían inmóviles. Imagina todo eso. Mira el cielo. Los lagos de estrellas, los soles, las nebulosas, los cúmulos, las nubes, los racimos de escarcha adheridos a los cometas. Piensa en el cortejo de los astros y de sus satélites, Júpiter, Saturno, Marte, Venus, Mercurio. Piensa que todo lo que acabo de decirte pasa por ese orificio minúsculo de tu pupila, un rayo tan fino como uno de tus cabellos, que entra en la cúpula de tu cráneo, en la casa de tu cuerpo, en el tiempo de tu vida tan breve, de tu tiempo que no dura más que la cigarra que escuchas en el mismo instante, colgada de la rama del algodonero, que adivina el mundo con un solo grito'."

J.M.G. Le Clézio, Urania, El cuenco de plata, Bs. As. octubre 2008. Traducción de Ariel Dilon.