voces desiertas

Marzo del 2009


Publicado el 31 de Marzo, 2009, 15:31


   "Cuando Eva mencionó las tres cartas, desconocidas para mí, con un tono apasionado y acusador, me acordé de la cajita de palo de rosa. Había sido mía, me la había obsequiado Lajos para mi decimosexto cumpleaños, pero un día Vilma me pidió que se la regalara. Lo hice de mala gana. Entonces, todavía no conocía la verdadera naturaleza de Lajos, ni tampoco mis sentimientos hacia él. Vilma insistió tanto, que al final le regalé la cajita, de mala gana, pero sin oponer resistencia, probablemente aburrida de sus súplicas. Vilma tenía la costumbre de perdirme todas mis pertenencias: mis vestidos, mis libros, mis partituras, todo lo que ella consideraba importante o significativo a mis ojos. Así que me pidió también la cajita de palo de rosa. Al principio protesté pero acabé cansándome y se la entregué. Tuve que hacerlo simplemente porque ella era la más fuerte de las dos. Más adelante, cuando empecé a intuir algunos detalles sobre Lajos y sobre mí, algunos aspectos de nuestra relación, le pedí con desesperación que me la devolviera; pero Vilma me mintió, diciendo que la había extraviado. Aquella cajita con incrustaciones de palo de rosa, forrada de terciopelo rojo y que desprendía un fuerte perfume embriagador ha sido el único regalo que yo he recibido de Lajos en toda mi vida. El anillo nunca lo consideré un auténtico regalo. La cajita desapareció de mi vida. Y fue a reaparecer, al cabo de varias décadas, a través de las palabras de Eva, con un contenido muy peculiar: con las tres cartas de Lajos en las que, justo antes de su boda, me suplicaba que huyera con él, que lo salvara."

Sándor Márai, La herencia de Eszter, Salamandra, Barcelona, mayo 2008.

Publicado el 26 de Marzo, 2009, 22:37

   "(...) Todos los poemas auténticos contribuyen al trabajo de la poesía. Y el objetivo de este trabajo incesante es unir lo que la vida ha separado, o lo que la violencia ha desgarrado. Generalmente, el dolor físico sólo se puede aliviar o detener mediante la acción. Todos los demás dolores humanos, sin embargo, se deben a una forma u otra de separación. Y aquí el alivio es menos directo. La poesía no puede reparar niguna pérdida, pero desafía al espacio que separa. Y lo hace con su trabajo contínuo de reunir todo lo que ha quedado desperdigado".

John Berger, Y nuestros rostros, mi vida, breves como fotos, Hermann Blume, España, 1986.

Por piaramburu, en: Ensayos

Publicado el 24 de Marzo, 2009, 14:35

lluvia roja

cada nota, el silencio que separa
una nota de la otra, una y otra vez
la misma canción, la misma
lluvia rojiza salpicándome
por la espalda, una herida más
en el cuerpo, la marca incandescente sobre
el cuero desnudo de un ternero abandonado

esta vez, cuánto hilo
cuántas puntadas tendré que dar
para suturar la trama
la tela desgarrada?

Paula Aramburu, 23/03/09

Publicado el 23 de Marzo, 2009, 23:49


1984

20 de enero
"Canasancio, languidez, fragilidad. Como cuando las pilas se agotan y la linterna sólo parpadea".

22 de julio
"El escritor como personaje social es un personaje un tanto confuso, como el santo o el chamán... Sin duda hay gente que expresa sus ideas por escrito, pero el término <escritor>, a diferencia de <dentista> o <mecánico>, no define la actividad de un individuo. Todos los que son escritores en un sentido social me parecen sospechosos."

16 de agosto
"Trópico. Camino mareado. Me gusta vagar por el piso medio mareado. Así fue la vida en algún momento".

1985

11 de enero
"Me llama un perdiodista de Nueva York que se ofrece a venir a visitarme, pero respeta mis reservas: como sabe que no me prodigo con los medios, sólo pretende hacer una <entrevista póstuma>, cuya publicación se retrasará hasta que yo haya pasado a mejor vida. La oferta es cortés y discreta. En cualquier caso, el optimismo del periodista me sorprende, sobre todo su seguridad en eso que ha dado en llamar <entrevista póstuma> y en que me sobrevivirá a mí, al anciano. Aunque esa certidumbre está refrendada por los datos que proporcionan las estadísticas, en la práctica no es tan seguro que el entrevistador, que tiene veinte años menos, sobreviva al anciano de ochenta y cinco años. Tal vez ocurra que sea yo quien escriba su necrológica. No es que lo considere probable, pero ¿quién puede descartarlo?".

28 de enero
"Ya no tenemos futuro, la vida está completa, sólo aspiro a poder irme tranquilamente. Cada día se añaden síntomas del desgaste físico y mental. A veces me siento como un recuerdo de mí mismo".

17 de octubre
"No escribo ni leo, pero a veces sueño que sí lo hago, y las líneas se van sucediendo como los subtítulos de una película. Las frases tienen sentido, la selección de palabras es correcta; la redacción, ingeniosa. No soy yo quien escribe, sino que mas bien se trata de un proceso que ocurre en mí. El camino que conduce de la vida a la muerte es oscuro, voy trastabillando de la nada a la nada, y en ocasiones sucede que, en el trayecto, una palabra o un concepto resplandece como las luciérnagas en un bosque oscuro."

Sándor Márai (Kassa, Hungría 1900 - San Diego, USA, 1989), Diarios 1984 - 1989, Salamandra, Barcelona, noviembre 2008.
Por piaramburu, en: Diarios

Publicado el 17 de Marzo, 2009, 14:09


   El refugio, de Vicky Schcolnik, un libro de poemas luminosos, intensos, en los que se perciben y descubren pérdidas tan irreparables como sutiles. Un libro en el que dan ganas de  permanecer durante largas horas, hasta que lo peor pase. Un libro-refugio. Un refugio en el libro, en la lectura. Dice Claudia Masin en el prólogo -tan conmovedor como los poemas de Vicky-: "... ¿se construye un refugio porque se tiene miedo, como el animal herido que 'se dispone a atacar ante el mínimo peligro' o se construye un refugio para arrebatarle poder al miedo, para -en ese acto- desafiar a esa fuerza que nos aisla, y nos despoja del riesgo y la belleza del contacto con el mundo? (...) El trabajo de un poeta no es distinto del trabajo que hace la tierra: saber esperar (...) Victoria Schcolnik supo esperar, y por eso cada poema de este libro es preciso y necesario como las cosas de la tierra, que nada quieren exhibir ni demostrar, y nos conmueven por su delicada, espontánea belleza".

Aquí una pequeña selección de ellos:


"cada vez que siento una presencia, me doy vuelta
como si yo fuese
un objeto al que se le acercan sin tocarlo jamás"

* * *

"lo que siento no tiene apoyo

mas bien se encarna
como cuando el dedo acaricia la madera
y al desprenderse
queda una memoria dentro de la piel, las astillas clavadas"

* * *

"si ocurriera que nos apoyáramos cuerpo contra cuerpo,
y luego, el resto del tiempo fuera una lucha por no caer?"

* * *

"tu corazón no se escucha
cuando las palabras te guían por una escalera
que yo no tengo la fuerza de subir"

* * *

"qué pasaría si un ejército llegara al lugar de la batalla
y los enemigos hubieran muerto,
cómo hace uno cuando aquello
por lo que le ha tocado luchar
ya no existe
y se encuentra haciendo movimientos inútiles
limpiando la escarcha de inviernos pasados
esperando lo que ya no se ama"

Victoria Schcolnik, El refugio, abeja reina, Bs. As., 2008

Publicado el 13 de Marzo, 2009, 13:43











desde aquí, todo lo que se ve: el peso

del aire venciendo estas ramas
secas, las hojas verdes, aún verdes
cayendo en las calles antes de tiempo
carteles indicando una florería
una farmacia y un estacionamiento
abiertos las veinticuatro horas
del día, un paredón alto, gris
y húmedo, una cruz de acero
ahuecada en su centro, vacía
como el cielo al que apuntan
sus vértices, desde una isla
tan blanca como desierta, un hombre
alto y delgado me extiende
sus manos, por ahora
es todo lo que puedo ver

Paula Aramburu, 08/03/09

 

Publicado el 7 de Marzo, 2009, 15:19

   "Nunca ha sido fácil aliviar el dolor. Generalmente han faltado los recursos adecuados: alimentos, medicinas, ropas, viviendas. Pero, al mismo tiempo, siempre ha sido fácil localizar las causas del dolor: hambre, enfermedad, frío, privación... En principio siempre ha sido más sencillo aliviar el dolor que dar placer o hacer feliz. Las zonas de dolor se localizan mucho más fácilmente.
   Con una enorme excepción: el dolor emocional de la pérdida, el dolor que ha roto el corazón. Este dolor ocupa el espacio de toda una vida. Puede haberse iniciado con un solo acontecimiento que ha producido un excedente de dolor. El que sufre se vuelve inconsolable. Y sin embargo, ¿qué otra cosa podría ser este dolor sino el reconocimiento de que lo que nos fue dado una vez como placer o felicidad nos ha sido irrevocablemente arrebatado?
   El don del placer es el primer misterio."

John Berger, Y nuestros rostros mi vida, breves como fotos, Hermann Blume, Madrid, 1986.

Por piaramburu, en: Ensayos