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Letras de otros
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31 de Marzo, 2009, 15:31
"Cuando Eva mencionó las tres cartas, desconocidas para mí, con un tono apasionado y acusador, me acordé de la cajita de palo de rosa. Había sido mía, me la había obsequiado Lajos para mi decimosexto cumpleaños, pero un día Vilma me pidió que se la regalara. Lo hice de mala gana. Entonces, todavía no conocía la verdadera naturaleza de Lajos, ni tampoco mis sentimientos hacia él. Vilma insistió tanto, que al final le regalé la cajita, de mala gana, pero sin oponer resistencia, probablemente aburrida de sus súplicas. Vilma tenía la costumbre de perdirme todas mis pertenencias: mis vestidos, mis libros, mis partituras, todo lo que ella consideraba importante o significativo a mis ojos. Así que me pidió también la cajita de palo de rosa. Al principio protesté pero acabé cansándome y se la entregué. Tuve que hacerlo simplemente porque ella era la más fuerte de las dos. Más adelante, cuando empecé a intuir algunos detalles sobre Lajos y sobre mí, algunos aspectos de nuestra relación, le pedí con desesperación que me la devolviera; pero Vilma me mintió, diciendo que la había extraviado. Aquella cajita con incrustaciones de palo de rosa, forrada de terciopelo rojo y que desprendía un fuerte perfume embriagador ha sido el único regalo que yo he recibido de Lajos en toda mi vida. El anillo nunca lo consideré un auténtico regalo. La cajita desapareció de mi vida. Y fue a reaparecer, al cabo de varias décadas, a través de las palabras de Eva, con un contenido muy peculiar: con las tres cartas de Lajos en las que, justo antes de su boda, me suplicaba que huyera con él, que lo salvara."Sándor Márai, La herencia de Eszter, Salamandra, Barcelona, mayo 2008.
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17 de Marzo, 2009, 14:09
El refugio, de Vicky Schcolnik, un libro de poemas luminosos, intensos, en los que se perciben y descubren pérdidas tan irreparables como sutiles. Un libro en el que dan ganas de permanecer durante largas horas, hasta que lo peor pase. Un libro-refugio. Un refugio en el libro, en la lectura. Dice Claudia Masin en el prólogo -tan conmovedor como los poemas de Vicky-: "... ¿se construye un refugio porque se tiene miedo, como el animal herido que 'se dispone a atacar ante el mínimo peligro' o se construye un refugio para arrebatarle poder al miedo, para -en ese acto- desafiar a esa fuerza que nos aisla, y nos despoja del riesgo y la belleza del contacto con el mundo? (...) El trabajo de un poeta no es distinto del trabajo que hace la tierra: saber esperar (...) Victoria Schcolnik supo esperar, y por eso cada poema de este libro es preciso y necesario como las cosas de la tierra, que nada quieren exhibir ni demostrar, y nos conmueven por su delicada, espontánea belleza".Aquí una pequeña selección de ellos:"cada vez que siento una presencia, me doy vueltacomo si yo fueseun objeto al que se le acercan sin tocarlo jamás"* * *"lo que siento no tiene apoyomas bien se encarnacomo cuando el dedo acaricia la maderay al desprendersequeda una memoria dentro de la piel, las astillas clavadas"* * *"si ocurriera que nos apoyáramos cuerpo contra cuerpo,y luego, el resto del tiempo fuera una lucha por no caer?" * * *"tu corazón no se escuchacuando las palabras te guían por una escaleraque yo no tengo la fuerza de subir"* * *"qué pasaría si un ejército llegara al lugar de la batallay los enemigos hubieran muerto,cómo hace uno cuando aquellopor lo que le ha tocado lucharya no existey se encuentra haciendo movimientos inútileslimpiando la escarcha de inviernos pasadosesperando lo que ya no se ama"Victoria Schcolnik, El refugio, abeja reina, Bs. As., 2008
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26 de Febrero, 2009, 18:14
"De esa época, para decirlo de manera consecutiva, data la aparición de los cuerpos. Mi cuerpo, el cuerpo de mi madre, el cuerpo de mi hermano, el cuerpo de los muchachos de la vecindad con los que jugaba, el cuerpo de las mujeres africanas en los caminos, alrededor de la casa, o bien en el mercado, cerca del río. Su estatura, sus pechos pesados, la piel brillante de su espalda. El sexo de los muchachos, su sexo circuncidado. Rostros sin duda, pero como máscaras de cuero, endurecidos, cosidos de cicatrices y de marcas rituales. Sus vientres prominentes, el botón del ombligo semejante a un guijarro cosido a la piel. También el olor de los cuerpos, su tacto, la piel no áspera sino cálida y fina, erizada de miles de pelos. Tengo esa impresión de gran proximidad, del número de cuerpos alrededor de mí, algo que no había conocido antes, algo nuevo y familiar a la vez, que excluía el miedo."
J.M.G. Le Clézio, El africano, AH editora, 2007. Traducción de Juana Bignozzi
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12 de Febrero, 2009, 16:09
"Ahora que mi padre ha partido, es Jadi quien me guía en la fiesta. Repite lo que me dijo a mi llegada, no son las estrellas lo que importa, sino el conocimiento del vacío./ Para ello hay que entrar en la lentitud del espacio. Él no lo explica realmente, pues si lo dijera con las palabras de la ciencia, sería semejante a esa gente que escribe libros sobre el silencio./ Sólo dice: 'Imagina dónde estás, en este momento. Imagina quién eres. Eres simplemente una cámara oscura cuyo diafragma se abre a la negrura de la noche. Tu cámara es un fragmento de lava lanzado al espacio, y ese fragmento de lava es llevado en un círculo alrededor de una estrella cuya potencia es tal que ningún cuerpo en su vecindad pueda escapar a su atracción. La estrella misma huye en el vacío a una velocidad incalculable, hacia un destino que no conoceremos jamás, forma parte de un lago de otros soles que conforma la galaxia, que se aleja de los otros lagos, de las otras Vías Lácteas, cada una hacia un punto a una velocidad incalculable, y cada uno de esos soles, cada una de esas Vías Lácteas, están tan lejos que aún si los miráramos durante mil años nos parecerían inmóviles. Imagina todo eso. Mira el cielo. Los lagos de estrellas, los soles, las nebulosas, los cúmulos, las nubes, los racimos de escarcha adheridos a los cometas. Piensa en el cortejo de los astros y de sus satélites, Júpiter, Saturno, Marte, Venus, Mercurio. Piensa que todo lo que acabo de decirte pasa por ese orificio minúsculo de tu pupila, un rayo tan fino como uno de tus cabellos, que entra en la cúpula de tu cráneo, en la casa de tu cuerpo, en el tiempo de tu vida tan breve, de tu tiempo que no dura más que la cigarra que escuchas en el mismo instante, colgada de la rama del algodonero, que adivina el mundo con un solo grito'."
J.M.G. Le Clézio, Urania, El cuenco de plata, Bs. As. octubre 2008. Traducción de Ariel Dilon.
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28 de Enero, 2009, 14:50
"El sentimiento que empuja a una persona hacia otra no puede planearse de antemano (...). Ella conocía los secretos de la vida, del cuerpo, de la conciencia y de la inconciencia. Para ella el amor no era una simple serie de encuentros ocasionales sino una eterna vuelta al hogar, a la niñez familiar, una niñez que era lugar de nacimiento y a la vez fiesta, la luz anaranjada de un paisaje al atardecer y el sabor familiar de la comida, la excitación de la espera y, en el fondo de todo, la seguridad de que más tarde, cuando caiga la noche, no habrá que tener miedo de los murciélagos, pues uno vuelve a casa cuando se cansa de jugar y allí lo esperan una lámpara encendida, un plato caliente y una cama hecha. Eso era el amor para Judit."
Sándor Márai, La mujer justa, Salamandra, Barcelona, 2007.
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22 de Enero, 2009, 16:21

County Clare, Ireland
"Y en algún momento tómate el tiempo para conducir hacia el oeste hacia County Clare, a lo largo de Flaggy Shore, en septiembre u octubre, cuando el viento y la luz se trabajan el uno a la otra de forma que el océano por un lado está salvaje con espumas y brillos, y tierra adentro entre las piedras la superficie de un lago gris calizo se ilumina por el relámpago terrestre de una manada de cisnes, sus plumajes ásperos y fruncidos, blanco sobre blanco, sus rotundas cabezas ya crecidas del todo, escondidas o encrestadas u ocupadas bajo el agua. Es inútil pensar que aparcarás e intentarás captarlo más concienzudamente. No estás ni aquí ni allí, una prisa a través de la que pasan cosas conocidas y extrañas mientras grandes y suaves zarandeos alcanzan el coche por los lados y sorprenden al corazón fuera de guardia y queda a la intemperie."
Seamus Heaney, Campo abierto, Visor de Poesía, Madrid, 2004. Traducción: Vicente Forés y Jenaro Talens
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7 de Diciembre, 2008, 12:49
"Gracias a los largos días lluviosos de la estación de los monzones, la hierba brillaba con un fresco color verde y exalaba el olor salvaje que sólo puede emanar de algo que hunde sus raíces en la tierra. Justo en el centro de aquel mar de hierba, el pájaro de piedra, en una postura idéntica a la de la vez anterior, las alas desplegadas, a punto de emprender el vuelo. Pero obviamente, no había ninguna posibilidad de que volara. Esto lo sabía yo y también lo sabía el pájaro. Inmovilizado en aquel lugar, sólo le cabía esperar que se lo llevaran a algún otro lugar o que lo derribaran. El pájaro no tenía ninguna otra posibilidad de abandonar el jardín. Lo único que allí se movía era una mariposa blanca fuera de estación que revoloteaba al azar sobre la hierba. La mariposa parecía una persona que, en plena búsqueda, hubiera olvidado que estaba buscando. Tras cinco minutos de búsqueda infructuosa la mariposa desapareció".
Haruki Murakami, Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, Tusquets Editores (Maxi), Buenos Aires, octubre 2008.
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29 de Noviembre, 2008, 18:51

Seamus Heaney nació en Irlanda del Norte en 1939 y es uno de los poetas más importantes de la lengua inglesa. En 1995 recibió el Premio Nobel de Literatura. Dice Jenaro Talens: "... resulta necesario asumir la presencia constante en sus escritos de una conciencia de pertenecer a un colectivo <otro> para comprender la riqueza y la originalidad de su poesía, cuyo punto de partida es, casi siempre, ese trauma inicial, lo que, por una parte, otorga a sus poemas una apoyatura vivencial de signo autobiográfico, pero, por otra, y gracias a la distancia reflexiva con que aborda tanto la puesta en escena de la memoria como su formulación meramente verbal, evita la caída en el confesionalismo sentimental". Que lo disfruten...
La península
"Cuando no tengas nada más que decir, sólo conduce durante todo el día en torno a la península. El cielo es alto, como sobre una pista de aterrizaje, la tierra sin señales, de modo que no llegas
sino pasas de largo, siempre a través del zócalo de una cala. Al atardecer, los horizontes se beben el mar y la colina, el campo arado se traga el caserón blanquecino y te encuentras de nuevo en la oscuridad. Recuerda ahora
la playa vidriosa y el tronco a contraluz, aquella roca en que las olas se rompen en jirones las zancudas forzadas sobre sus propias patas, islas que se introducen en la niebla,
y vuelve a casa, todavía sin nada que decir salvo que ahora decodificarías todos los paisajes así: cosas halladas puras y limpias en sus propias formas agua y tierra en su extrema desnudez."
Seamus Heaney, Campo abierto (Antología poética 1966 - 1996), Colección Visor de Poesía, Madrid, 2004. Traducción: Vicente Forés y Jenaro Talens.
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24 de Noviembre, 2008, 17:16

"El vidrio está punteado de gotas, está goteado. Pero no nieva. Rojo ladrillo, gris, las construcciones se ven únicamente tras las gotas. Nueva York, de donde siempre se va alguien. En las terrazas del aeropuerto los fumadores se miran sin hablar. Es temprano, y andan los dos por la luz exagerada de los pasillos. A las 6 van a matar a una mujer en Texas. (Pena de muerte). Faltan diez minutos. La miran por la tele, mientras terminan sus cervezas. Todo está sin resolver y así permanecerá. Tus párpados que aletean como flores en un viento demente: del que quiere sólo tiene fragmentos. Como las voces de altavoz y los números de vuelo que retumban. Drama visual que se reitera en los aeropuertos: el (perturbador) desequilibrio entre la fina azafata y la pesada valija que lleva. El súbito desequilibrio entre el que se va y el que se queda."
Laura Wittner, Las últimas mudanzas, Ediciones Vox, Bahía Blanca, octubre 2001.
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3 de Septiembre, 2008, 21:12

De La luz en la ventana (1982)
Sentir frío
"Sentir frío, solamente el frío, la luz seca del frío. Y una calle redonda y un sonido torpe, el del dolor goteando en un pozo, y un árbol helado como todo y muerto apretando el cielo".
* * *
Gravedad
"Te das cuenta de cómo pasa el amor cómo cae sobre algún hombro el tuyo, el mío y el peso de la despedida y la caída del dolor que no tiene cuerpo".
* * *
Ceniza de rey
"Hablo del amor como de reyes muertos, uno tras otro, despidiéndome antes de mi luto, tirándome al mar antes de haber soplado cada ceniza de rey, cada clavícula amada. Hablo del amor como de mi propia ceniza: voy a quedar en la ausencia, que ahora sólo me quema y me sigue, fuego como una sombra, y lo que no existe. Hablo del amor como de reyes intactos, y mi corona es este no quedarme sino esperar, sino mirar la ausencia, el recuerdo de un naufragio".
Irene Gruss, La mitad de la verdad. Obra poética reunida 1982/2007, bajo la luna, Bs. As., 2008.
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18 de Agosto, 2008, 16:04
Sobre las leyes de la perspectiva
"Una mala pasada. Error. Falta de honradez. Esa es la opinión de Braque. Por qué? Braque rechazaba la perspectiva. Por qué? Alguien que pasa su vida dibujando perfiles acaba por creer que el hombre tiene un solo ojo, sentía Braque. Braque quería tomar posesión total de los objetos. Llegó a decirlo en entrevistas publicadas. Mirar los pequeños planos luminosos del paisaje alejándose de su alcance llenaba a Braque de pérdida, por eso los hacía añicos. Nature morte, decía Braque."
Sobre piedras para dormir
"Camille Claudel vivió durante los últimos treinta años de su vida en un asilo, preguntándose por qué, escribiendo cartas a su hermano poeta, que había autorizado su internación. Venid a visitarme, decía. Recordad, estoy viviendo aquí con locas; los días son largos. No fumaba ni daba paseos. Se negaba a esculpir. Aunque le daban piedras para dormir -mármol y granito y porfirio- las rompía, recogía los trozos y los enterraba fuera de los muros por la noche. Por la noche sus manos crecían, más y más enormes hasta que en la fotografía parecen dos partes de otro cargadas sobre las rodillas".
Anne Carson (Toronto, Canadá, 1950), Charlas Breves, Diario de poesía Nº 75 (noviembre 2007 a marzo 2008). Traducción de Mercedes Cebrián, Mirta Rosenberg y Daniel Samoilovich.
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6 de Agosto, 2008, 17:10

"Cuando levanto la vista veo nieve, nieve refulgiendo desde el televisor. Como siempre, titilan sobre el mapa los lugares donde una no está. Seguro extrañaría el mercado de flores y despertar en este piso octavo que se abre desafiando al viento. La verdad es que hubo un solo día de nieve y que hay una posible segunda versión para las cosas conocidas. Las valijas están hechas desde siempre y además están sobre el sofá en posición de espera. Ese momento dura, se sostiene, es una manera de estar: estar a punto de ser abandonado. El pozo negro de las valijas hechas, reverso del desembarco: el deseo humano por lo incompleto que se refleja, dicen, en la predilección por lo pequeño, lo breve, el fragmento".
Laura Wittner, La tomadora de café, Ediciones Vox, Bahía Blanca, julio 2005.
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30 de Julio, 2008, 20:20
"Me paseé por última vez a lo largo del mar. Tan lejos como podía verse, no había nadie en la playa del lado del faro. Caía una lluvia fina y salpicadora, la que agrieta los labios, turba la mirada. El viento la reunía en paquetes y me la arrojaba en la cara, impidiéndome caminar, respirar. Esto no estaba hecho para nosotros, esta lluvia y este viento cómplices, este mar desvergonzado. El aire era brutal y soplaba en todos los sentidos, no era posible meterse en la cuna del viento y caminar con él ni respirarlo. De golpe faltaba todo ante nuestras narices. Era peor que la cólera. Una fiesta a la que uno no estaba invitado.
Me abrigué contra una roca retirada y me senté. De golpe estaba en otra parte, lejos. Estaba mejor. Mis mejillas estaban frías ahora cuando las tocaba. Paquetes de lluvia llevados por el viento pasaban por encima de la roca pero no me alcanzaban. Mis manos sobre la cara tenían el olor del frío, ya no las reconocía. Creí que estaba triste. Lloré. Hubiera querido no irme nunca de ese lugar, nunca jamás en la vida. Lloré porque tenía que irme.
Tenía que sucederme algo. Esperaba que surgiese una mañana un acontecimiento que me curase definitivamente de la espera ridícula en que se había convertido mi vida..."
Marguerite Duras, La vida tranquila, Ed. Noguer, Barcelona, diciembre 1990. Traducción de Juana Bignozzi.
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16 de Julio, 2008, 15:22

Hoy quisiera estar en un lugar así. No necesitar nada más. (Trinidad del mar, Cuba - foto by peetosga).
"Después de dos horas de inmovilidad bajo el sol, sin hacer nada, sólo mirar siempre el mismo mar: entonces mi cabeza ya no sabe qué hacer, no sabe preferir un pensamiento u otro y retenerlo. Todos los que llegan flotan en el mismo nivel. Aparecen y desaparecen: desechos sobre el mar. Han perdido el aspecto y el sentido que se les reconocía de costumbre mientras conservan sus formas de una manera a la vez absurda e inolvidable.
El pensamiento de mi persona es frío y lejano. Está en alguna parte fuera de mí, apacible y entorpecido como una cosa entre todas las que están bajo el sol. Soy una cierta forma en la que han vaciado una historia que no es mía. La llevo con esta seriedad y esta indiferencia con la que uno se hace cargo de lo que no le pertenece. Sin embrago podría existir un acontecimiento que fuera tan mío que yo lo habitaría por entero. Entonces me remitiría a mis derrotas, a mi insignificancia o aun a este instante. Pero antes, inútil intentarlo.
(...) ¿Qué es saber o ignorar algo? ¿Cuál es la lección de ese saber para desentrañar lo que me sucede frente a este vacío que se eleva ante mis ojos en olas cada vez más grandes, con una claridad cada vez más devoradora?"
Marguerite Duras, La vida tranquila, Noguer, Barcelona, diciembre 1990. Traducción de Juana Bignozzi.
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7 de Julio, 2008, 21:57

The white chair (by Linda Plaisted)
Argumentos de arena
"No deberíamos amar nada que pase. Nada que nos mate un poco cuando sus signos mueran.
Es decir, nada que ría. Nada que tiemble o se conmueva. Nada que florezca para luego marchitarse, de buenas a primeras.
Nada vivo, si apuramos conclusiones: Duele tanto ver cómo lo que amamos se deshace en nuestras manos vencido por el tiempo.
Es más, no deberíamos amar, si lo pensamos.
Pero no lo pensemos. Hoy no, al menos"
* * *
Inercias
"A solas te preguntas qué vas a soñar después, cuando la demora te ate a las sillas -abrazo de enredadera- y en los bolsillos duerma el vapor de los cuerpos y las velas y los trenes que no fueron.
¿Dónde ese preservar nos librará de huir, para avanzar como si fueran ciertos el placer, el sumar y no, la pérdida?"
Raquel Garzón (Córdoba, 1970) en Poetas Argentinas (1961-1980), Ediciones del Dock, Bs. As., 2007.
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14 de Junio, 2008, 16:21

La mudanza (2005)
"Hay un amor al extravío en todas las personas extraviadas, a la larga uno levanta su casa donde resulta que ha caído: arena, agua, barro, tierra firme. ¿Pero y si resultara posible la mudanza, si el movimiento no fuera una explosión que de improviso transporta las moléculas de un cuerpo de un lugar a otro lugar, si el movimiento fuera desprenderse como se desprende una gota de una rama, si fuera algo así de lento, así de irreversible?"
Claudia Masin, La mudanza en Poetas Argentinas (1961-1980), Selección y prólogo de Andi Nachon, Ediciones del Dock, Bs. As., 2007.
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13 de Junio, 2008, 19:18
"Hallarse en un agujero, en el fondo de un agujero, en una soledad casi total y descubrir que sólo la escritura te salvará. No tener ningún argumento para el libro, ninguna idea de libro es encontrarse, volver a encontrarse, delante de un libro. Una inmensidad vacía. Un libro posible. Delante de nada. Delante de algo así como una escritura viva y desnuda, como terrible, terrible de superar. Creo que la persona que escribe no tiene idea respecto al libro, que tiene las manos vacías, la cabeza vacía, y que, de esa aventura del libro, sólo conoce la escritra seca y desnuda, sin futuro, sin eco, lejana, con sus reglas de oro, elementales: la ortografía, el sentido. (...) Un escritor es algo extraño. Es una contradicción y también un sinsentido. Escribir es también no hablar. Es callarse. Es aullar sin ruido. Un escritor es algo que descansa, con frecuencia, escucha mucho. No habla mucho porque es imposible hablar a alguien de un libro que se está escribiendo. Es imposible. Es lo contrario del cine, lo contrario del teatro y otros espectáculos. Es lo contrario de todas las lecturas. Es lo más difícil. Es lo peor. Porque un libro es lo desconocido, es la noche, es cerrado, eso es. El libro avanza, crece, avanza en las direcciones que creíamos haber explorado, avanza hacia su propio destino y el de su autor, anonadado por su publicación: su separación, la separacíón del libro soñado, como el último hijo, siempre el más amado.
Un libro abierto también es la noche."
Marguerite Duras, Escribir, Tusquets Editores, Barcelona, 2000. Pgs. 22, 30 y 31.
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11 de Junio, 2008, 18:04

La casa natal
IV
"Y otra vez. Era de noche aún. El agua silenciosa fluía sobre el suelo negro, y comprendí que no tenía como tarea sino recordar, y reía. Me agachaba, tomaba del barro una brazada de ramas y hojas, y alzaba esa masa que se deslizaba en mis brazos cruzados contra mi corazón. Qué hacer de esa leña donde de tanta ausencia subía sin embargo el rumor del color, poco importa, yo iba de prisa, buscando al menos un cobertizo, bajo esa carga de ramas que tenían por todas partes ángulos, punzadas, puntas, gritos.
Y voces, que arrojaban sombras en el camino, donde me llamaban, y yo me volvía, corazón precipitado, sobre el camino vacío".
Yves Bonnefoy, La casa natal en Tarea de esperanza, Ed. Pre-textos, España, 2007. Traducción de Arturo Carrera.
* * *
"Otra vez. Aún era de noche. Se deslizaba el agua en silencio por el suelo negro, y yo sabía que mi única tarea sería recordar, y me reía, me agachaba, cogía de entre el barro una brazada de hojas y de ramas, alzaba aquella masa, chorreante, apretando los brazos contra mi corazón. Qué hacer de aquella leña en que de tanta ausencia subía sin embargo el ruido del color, importa poco, yo iba con prisa, en busca de un porche al menos, bajo aquella carga de ramas que tenían por todas partes ángulos, prominencias, puntas, gritos.
Y voces, que proyectaban sombras en el camino, o me llamaban, y yo me volvía, precipitado el corazón, al camino vacío".
Yves Bonnefoy, La casa natal en Las tablas curvas, Ediciones Hiperión, Madrid, 2003. Traudcción de Jesús Muñárriz.
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28 de Mayo, 2008, 23:17
Disculpen la insistencia con esta escritora canadiense, pero realmente me gusta tanto que no puedo evitarlo. Vuelvo una y otra vez a sus poemas, y cada vez la disfruto más. Y conste que aún no empecé a leer Desorden moral editado por Bruguera hace unos meses, y que llegó a nuestras librerías hace poco. Seguramente, habrá más...
La taza blanca
"Qué puedo ofrecerte?, mis manos se extienden abiertas, vacías excepto por mis manos.
No hay nada que temer, no necesitas mi bendición.
En cuanto a las palomas y los cedros que se desvanecen al atardecer y emergen por la mañana temprano pueden seguir adelante puede que incluso mejor sin mí pendiente de ellos.
Al volver de una larga enfermedad puedes ver cómo la taza blanca, los berros del porche, todo brilla no flagrantemente como ocurría durante la fiebre sino sólo del modo en que ocurre.
Esto es lo único que quería darte, este brillo tranquilo que es un constante entrar un ir hacia."
Margaret Atwood (Ottawa, 1939), La taza blanca, en Luna nueva, Icaria Poesía, Barcelona, febrero, 2000.
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11 de Mayo, 2008, 21:08
Recibí este poema desde el sitio enforcarte.com, y me gustó tanto que decidí "apropiármelo" y compartirlo con Uds. Tove Ditlevsen (1918 - 1976) nació en Copenhaguen, Dinamarca. Nacida en una familia obrera, su formación fue enteramente autodidacta. Trabajó de oficinista y debutó en 1939. Ha publicado poemas y novelas, que encontraron un gran número de lectores. Nunca había leído nada de ella, y me alegra haber recibido este poema, justo hoy, domingo. Que empiecen bien la semana.
Domingo
"Nunca ocurre nada los domingos. Nunca encuentras un nuevo amor en domingo. Es el día de los infelices. Día de pensión o día de familia. Las horas más dolorosas de la amante cuando se imagina a su amado con sus hijos en las rodillas mientras su mujer, sonriente, entra y sale con tentadoras bandejas. Un día maldito.
Alguna vez tuvo que haber sido diferente. ¿Por qué si no tendríamos todos que esperar con ansias el domingo durante toda la semana? ¿Quizá cuando íbamos a la escuela? Pero ya entonces las campanas sonaban compungidas y grises como lluvia y muerte. Ya entonces las voces de los adultos eran débiles e insonoras como si buscasen a tientas y en vano las palabras dominicales.
El olor a humedad y a pan mohoso, a sueño, botas de goma y achicoria ya subía entonces por la escalera y la calle, que estaba dura, vacía y diferente de una manera desolada El olor dominical nos forraba con la gruesa capa de la decepción que sigue a una expectativa sin meta específica.
Pero, entonces ¿cuándo? En un lugar anterior a la memoria hubo felicidad, una expectativa irresistible que todavía nadie había sido capaz de defraudar. Entonces las campanas significaban que papá estaba en casa, el bigote, las negras cejas y el olor a tabaco mascado estaban allí y allí quedaban, en un lugar cercano, y quizá la risa de tu joven madre sonaba más alegre que los otros días.
Es domingo. Tú nunca encontrarás un nuevo amor ese día. Estás sentada en el cuarto de estar apabullada y rígida como una figura de cartón a los ojos de los niños. Escarban con los pies y se pelean sin energía. «Deberíamos hacer algo», dices. «Sí», dice una voz detrás del periódico. Entonces os calláis los dos, porque todo lo que tenéis ganas de hacer es oculto y secreto y sería inaceptable para el otro.
Las campanas de la iglesia suenan. Las narices de los niños se llenan de desesperanzado olor heredado. Sobre sus dulces rostros se desliza una fealdad pasajera. Una luz marchita nace en sus ojos.
Pero todos esperamos el domingo toda la semana, toda nuestra vida, esperamos la ilusión de cientos de largos domingos vacíos, agotadores. Día familiar, día de pensión, el infierno de los amantes secretos. Ese día en que la nauseabunda grisura de los adultos impregna a los niños y establece la incomprensible melancolía dominical de los años venideros".
Tove Ditlevsen Traducción de Francisco J. Uriz
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21 de Abril, 2008, 20:14

"La oscuridad espera aparte desde cualquier ocasión que surja;
como la pena, siempre está disponible. Esta es sólo un modelo, el modelo en el que hay estrellas sobre las hojas, brillantes como clavos de acero e incontables y sin que se les haga caso.
Caminamos juntos sobre hojas muertas húmedas en la luna nueva entre las rocas nocturnas amenazadoras que serían de un gris rosado a la luz del día, roídas y suavizadas por el musgo y los helechos, que serían verdes en el olor mohoso a levadura fresca de árboles que enraízan, la tierra devuelve lo mismo a lo mismo,
y cojo tu mano, que tiene el aspecto que tendría una mano si de veras existieras. Deseo mostrarte la oscuridad que tanto temes.
Confía en mí. Esta oscuridad es un lugar al que puedes entrar y sentirte tan seguro como en cualquier otra parte; puedes poner un pie delante del otro y creer a los lados de tus ojos. Memorízalo. Lo sabrás de nuevo cuando te corresponda. Cuando la apariencia de las cosas te haya abandonado, todavía tendrás esta oscuridad. Algo propio que puedes llevar contigo.
Hemos llegado al borde: el lago entrega su silencio; en la noche exterior hay un búho cantando, como una polilla en la oreja, desde la costa lejana que es invisible. El lago, vasto y sin dimensiones, repite todo, las estrellas, las piedras, a sí mismo, incluso la oscuridad en la que puedes caminar hasta que se convierta en luz".
Margaret Atwood (Ottawa, Canadá, 1939), Luna nueva, Icaria Poesía, Barcelona, febrero 2000. Traducción: Luis Marigómez.
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16 de Abril, 2008, 18:22
En un ratito libre que tuve entre paciente y paciente, el miércoles fui a pagar el monotributo, y oh!, sorpresa, dscubrí que tenemos una nueva librería en Rosario. No sólo es preciosa, chiquita y confortable (se respira más el clima de una biblioteca que el de una librería, y eso ya es un hallazgo), sino que traen editoriales que cada vez encontramos con menos frecuencia en nuestra ciudad: Alción, Adriana Hidalgo, Tusquets, Pre-textos, etc. Y lo más importante, le han hecho justicia al sector POESIA: los estantes están ARRIBA, bien al alcance de la mano, y no en el subsuelo, o en el depósito que linda con el baño, o en los últimos estantes pegados al piso, lo cual, para encontrar algo más o menos interesante, nos obliga a arrodillarnos o sentarnos en el suelo, salvo que decidamos correr el riesgo de sufrir un pinzamiento en la quinta vértebra lumbar. Esta bella librería se llama OLIVA, y está en Entre Ríos 548. Allí encontré un libro que estaba buscando hace un año y medio: De la aurora, de María Zambrano, aquí va un fragmento de esta joyita:
Segunda Parte
II. Desde el ocaso
" (...) Cuando la luz tiene que ser traída, inevitablemente luego ha de ser llevada, y si se ha encendido, apagada. Y sólo en alguna hora privilegiada, sola la luz sin foco, claridad sostenida en sí misma, perla de mar, cielos y tierra. Sólo entonces sería un don del tiempo que insensiblemente la retira, cesando en su transcurrir quietamente, al sostenerla desde antes de que hubiera un tiempo ex-sistente. Antes de toda existencia."
VII. Antes de la ocultacíón - 4. La montaña de la aurora
"Se alza la tierra allí en el punto en que aparece la aurora. Y su luz brilla en lo alto; sobre una montaña oscura se enciende el brillo; la luz misma vendrá después cuando ya empiece a derramarse. Mientras la luz no se derrama no se sabe qué va a ser, qué va a darnos esa rara estrella en lo alto de la oscura montaña matutina".
María Zambrano, De la aurora, Alción Editora, Córdoba, 1999.
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12 de Abril, 2008, 21:07

Sin llaves y a oscuras
"Era uno de esos días en que todo sale bien. Había limpiado la casa y escrito dos o tres poemas que me gustaban. No pedía más. Entonces salí al pasillo para tirar la basura y detrás de mí, por una correntada, la puerta se cerró. Quedé sin llaves y a oscuras sintiendo las voces de mis vecinos a través de sus puertas. Es transitorio, me dije; pero así también podría ser la muerte: un pasillo oscuro, una puerta cerrada con llave adentro la basura en la mano".
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Después de largo viaje
"Me siento en el balcón a mirar la noche. Mi madre me decía que no valía la pena estar abatido. Movete, hacé algo, me gritaba. Pero yo nunca fui muy dotado para ser feliz. Mi madre y yo éramos diferentes y jamás llegamos a comprendernos. Sin embargo, hay algo que quisiera contar: a veces, cuando la extraño mucho, abro el ropero donde están sus vestidos y como si llegara a un lugar después de largo viaje me meto adentro. Parece absurdo: pero a oscuras y con ese olor tengo la certeza de que nada nos separa".
Fabián Casas, El Salmón, Ed. Mansalva, Bs. As., 2007.
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26 de Marzo, 2008, 19:34
"Lucidez, claridad de percepción, penetración, sentido común, sagacidad, olfato... atributos aplicables a la Juana Bignozzi que se desprende de su obra como una persona hecha de sentencias y veredictos. Y paralelamente: irónica, mordaz, categórica, incisiva y palabras afines que dan cuenta del carácter que adoptan esas clarividencias. (...) 'En mi obra hay más claves y guiños generacionales que indicios propiamente biográficos -dice en una entrevista-. Es como si yo me apropiara de más biografías. De hecho, mi obra tiene una relación muy limitada con mi vida. Es como si yo hiciera un planteo literario de una vida. Lo que parece confesional nunca es una confesión sobre mi vida. Estas biografías las tomo prestadas de la gente de mi generación, que es la del sesenta.'" (del prólogo de La ley tu ley, por D.G. Helder).
"he pasado cientos de domingos a solas con tu voz dibujando tu dedicatoria hoja perdida en los vaivenes de tu ánimo nunca logro organizar los días por mí misma."
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XXVII
"el hombre que me compra flores se las guarda en el bolsillo después de dedicármelas recomienda serenidad ante mis síntomas y mis pérdidas cuando se ha asegurado de que recuerdo la hora del regreso me pide que deje de buscar mi maleta vuelva a calzarme mis incómodos zapatos y busquemos un buen lugar para comer."
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XLIII
"otra vez nos vi caminando por ese lugar que nunca conoceremos había libros sucios y viejos y manchados por el suelo con el nombre de la gente de toda nuestra vida y con mi nombre otra vez caminábamos felices tratando de no mancharnos por ese lugar que tanto conocimos sin saber dónde estaba"
Juana Bignozzi, La ley tu ley, AH editora, Bs.As., mayo 2000.
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21 de Marzo, 2008, 12:53

Globos crecen en los amados jardines (Hundertwasser - 1975)
"En las noches felices con la gente que amo él hace sentir su ausencia, se instala en el amor que me dan, en el amor que doy, en el otoño, sí, ya sé, las hojas; dos amigas caminan por calles entrañables, hablan del amor, la vida, los hombres, se dejan envolver por la dulzura de la noche de mayo, hacen a un lado las cosas irremediables, caminan solas entre los olores, las luces de las ventanas, algún rostro obsesivo que insiste, insiste, pero ellas saben tanto sobre el amor, tanto, que pueden convertir todo en una charla brillante el hombre que desean hasta sentir frío, el verdadero amor y el aplastante domingo que hay que atravesar para que su voz sea de nuevo y todo empiece a cobrar vida.
Los amigos que me aman hablan de mis ojos, ya sé, son importantes como las hojas en otoño, pero todo cae a golpes en estos domingos para lanas tibias, hijos que no tengo, globos de colores en el parque.
Entre ritos familiares juana se caliente al sol, impura como si hubiera encendido fuego en viernes o hubiera cantado en tierra extranjera".
Juana Bignozzi, La ley tu ley, Adriana Hidalgo editora, Bs. As., mayo 2000.
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15 de Marzo, 2008, 23:24

"Entre tus brazos entre mis brazos entre las blandas sábanas entre la noche tiernos solos feroces entre las sombras entre las horas entre un antes y un después"
Idea Vilariño, Vuelo ciego, Colección Visor de Poesía, Madrid, 2004.
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5 de Marzo, 2008, 16:29

"Conozco tu ternura como la misma palma de mi mano. A veces entre sueños la recuerdo como si la hubiese perdido alguna vez. Casi todas las noches casi todas las veces que me duermo en ese mismo instante tú con tu grave abrazo me confinas me rodeas me envuelves en la tibia caverna de tu sueño y apoyas mi cabeza sobre tu hombro".
Idea Vilariño, Poemas de amor/ Nocturnos, Ed. Lumen, España, 1984.
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11 de Febrero, 2008, 19:57
Para estos días en los que el calor nos da un respiro, en los que temprano por la mañana o tarde por las noches podemos sentir la suavidad de una camperita de algodón o de un sweater de hilo, nada mejor que algo de Abrigo de Claudia Masin:
"Paso los días leyendo, al fondo del jardín entre los álamos, libre y desamparada como una niña cuya prsencia en la casa los adultos no recuerdan".
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"No te pido que comprendas te pido que me escuches en silencio cuando hablo, algunas noches, un idioma que yo misma desconozco y que me aterra".
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"El cansancio de un cuerpo reposa en otro cuerpo hasta que uno de los dos, el más voraz, despierta al más vencido, y le arrebata el aire".
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"Preferiría ser parte de la lluvia, gota que se desvanece en el aire antes de tocar la tierra. Toda partida debería ser así de leve, de ligera".
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"La tempestad ocurre una vez y para siempre. Lo que queda en pie conserva la huella del daño que lo ha herido, una fragilidad que el olvido no alcanza a reparar".
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"El viaje de lo visible a lo invisble duró la vida entera. Ahora, dame tu abrazo para olvidar mi miedo a llegar, sola, a un país extranjero".
Abrigo, Claudia Masin, bajo la luna, Bs. As., octubre 2007.
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31 de Enero, 2008, 18:59
El libro de la almohada fue escrito por Sei Shônagon (Japón, 966) durante el período Heian (794 - 1185), recordado por el despliegue de un gran esplendor equiparable al de la dinastía Tang en China, y por ser el momento en el que se desarrolla la escritura fonética (evolución del ideograma chino). En este período, la escritura de la poesía y prosa en chino de mano de los hombres es desplazada por la escritura de textos ficcionales, diarios, memorias, poemas y acertijos literarios de mano de las mujeres. Inteligente, culta, cínica y caprichosa, sirvió a la emperatriz en la corte imperial hasta la muerte de ésta, y fue una de las principales representantes de las escritura clásica japonesa. Algunos investigadores creen que el título de este libro responde a que podría tratarse de un cuaderno de notas que las mujeres solían esconder en cajones de madera en los que apoyaban sus cabezas para descansar. Así escribía...
26- Festivales
" (...) En el transcurso de estos días festivos se intercambian regalos y los jóvenes decoran sus cabellos con lirios; pegan las tablitas con advertencias a sus vestidos y adornan sus capas y chaquetas chinas con ramos de lirios o ramitos de azaleas, naranjos u otras plantas decorativas que aseguran a sus mangas con cuerdas entretejidas, teñidas en tonalidades tornasoladas. Aunque no haya novedades en todo esto, es algo encantador. Después de todo, debe cansarse la gente de los cerezos porque florecen cada primavera?"
El libro de la almohada, Sei Shônagon, AH editora, diciembre 2006.
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24 de Enero, 2008, 10:38
Hace algunos meses subí dos poemas de Louise Glück (El jardín y Los lirios blancos, ambos de su libro El iris salvaje, que pueden leer en la categoría Letras norteamericanas de este blog). Para aquellos que los hayan disfrutado, aquí van algunos fragmentos de un ensayo que escribió María Negroni sobre la obra de esta poeta norteamericana.
"<Al final de mi sufrimiento/ había una puerta> - dicen los versos iniciales de El iris salvaje (The Wild iris), libro con el que Louise Glück ganó el Premio Pulitzer en 1992. Enseguida, la puerta se abre y aparece la promesa de un jardín: un niño juega contra el atardecer, <las primeras lluvias del otoño sacudiendo los lirios blancos>, esculturar el tiempo.
Si el jardín ha sido siempre un espacio alegórico (empezando por el Edén), aquí es además paradigma semántico, a la vez excusa y decorado de una conversación. En él se interroga y reclama, se aprende y reprocha, se comprueba y acepta. (...)
Glück, con todo, es singular. Sus poemas eligen un equilibrio extraño entre la confesión y lo intelectual. Ya en los poemas iniciales de Firstborn (1968) que versan sobre la niñez, la vida familiar, el amor y la maternidad, la reflexión y cierto apego formal desarticulan lo biográfico, lo desarman como si quisieran evitar el desamparo engañoso del yo. El iris salvaje, por su parte, confirma y exacerba el impulso. Su tono es urgente, no busca alzarse sino descender, renunciar a una versión unánime del mundo y también a la tristeza, que es vista como decisión personal. Es un libro escrito para la muerte. (...)
Si la gracia es la arquitectura de un alma capaz de conocerse a sí misma, el jardín de Glück la continene. El terror humano a la muerte habita en él pero también el deseo indisoluble de un ser abosorvido por el todo, reverso de la nada. Después, sólo después, empieza la travesía, el viaje impar al fondo de las cosas, allí donde ni la felicidad ni el miedo emiten sonido alguno."
El jardín de Louise Glück, en Ciudad Gótica. Ensayos sobre arte y poesía, New York 1985 - 1994, María Negroni, Ed. bajo la luna, 2007 (1ra edición 1993)
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