voces desiertas

Letras norteamericanas


Publicado el 19 de Febrero, 2009, 12:16

   Mori Ponsowy hace un excelente trabajo de traducción del libro El padre, de Sharon Olds (San Francisco, USA, 1942). Un libro duro, terrible, esos en los que se confunde la belleza con el horror, el amor con el odio, el deseo con la muerte. Dice Mori en el prólogo: "Los poemas de este libro, escritos en un lapso de nueve años, forman una secuencia que narra la enfermedad y la muerte de un padre desde el punto de vista de su hija. No ha sido una relación fácil la de ellos: el padre es alcohólico y la hija nació de una mujer a quien él nunca amó. Suficientes elementos para un complejo entramado de emociones que la autora desmenuza con frialdad de anatomista, sin detenerse nunca en la superficie de los afectos. (...) A través de una neutralidad aparentemente gélida, Olds fija escenas de la vida cotidiana con distancia y fidelidad periodística pero, al mismo tiempo, con una agudeza lírica conmovedora".

Cerca de la muerte

"Lo siento ahora, siempre, una presión
firme sobre todo el cuerpo,
como si me tuvieran sujeta en una prensa de flores.
Temo que suene el teléfono:
una voz me lo dirá aunque yo no esté lista,
aunque no haya encontrado un lugar,
aunque no sepa qué pasará con él,
a dónde irá. Siempre pensé
que guardaba una salvación para él, oculta,
incluso ante mis propios ojos, dentro de mí.
Pero no sé quién será él entonces, cuando suene el teléfono,
dónde estará, no tengo nada que darle, ni una red,
ni siquiera un cielo para salvarlo.
Me enseñó el mundo, la noche, el sueño, el cuerpo
del hombre en toda su belleza y su terror,
él dispuso de ese paisaje para que yo
regresara a él a través suyo, y yo volveré
para darle cuanto me dio:
el mundo, la noche, el sueño, la belleza, el terror"

Sharon Olds, El padre, Bartleby Editores, Madrid, 2004. Traducción de Mori Ponsowy.

Publicado el 7 de Septiembre, 2008, 21:45

les iris - vincent van gogh

Les iris - Vincent Van Gogh

"Al final del sufrimiento
me esperaba una puerta.

Escúchame bien: lo que llamas muerte
lo recuerdo.

Allá arriba, ruidos, ramas de un pino vacilante.
Y luego nada. El débil sol
temblando sobre la seca superficie.

Terrible sobrevivir
como conciencia,
sepultada en tierra oscura.

Luego todo se acaba: aquello que temías,
ser un alma y no poder hablar,
termina abruptamente. La tierra rígida
se inclina un poco, y lo que tomé por aves
se hunde como flechas en bajos arbustos.

Tú que no recuerdas
el paso de otro mundo, te digo
podría volver a hablar: lo que vuelve
del olvido vuelve
para encontrar una voz:

del centro de mi vida brotó
un fresco manantial, sombras azules
y profundas en celeste aguamarina".

Louise Glück, El iris salvaje, Editorial pre-textos, Madrid, 2006.

Publicado el 15 de Agosto, 2008, 21:32

   Sharon Olds nace en San Francisco (USA) en 1942. Actualmente trabaja como profesora de Escritura Creativa en la Universidad de New York, así como en el Hospital Goldwater con personas que padecen parálisis severas. Su poesía fue galardonada con el Premio "Harriet Monroe" y el "San Francisco Poetry Center". Fue nombrada Poeta Laureada del estado de New York por el período 1998-2000. Se tradujeron al castellano: Satán dice (Igitur, 2001), El padre (Bartleby Editores, traducción de Mori Ponsowy, 2004) y Los muertos y los vivos (Bartleby Editores, traducción de J.J.Almagro Iglesias y Carlos Jiménez Arribas, 2006). El poema que leerán a continuación pertenece a este último libro, y el "intento de traducción" es mío (es la primera poesía que me animo a traducir, disculpen el caradurismo). 

El invierno después de tu muerte

"Largos haces de una luz suave
se acercan lentamente
a través de la nieve.
El sol cierra su abanico dorado
y nada queda sino negro y blanco-
el efímero vapor de mi aliento, la forma
precisa e inerte de las algas, quietas, como
apresadas en un álbum.
Profundo en mi cuerpo mi corazón verde
da un giro y piensa en vos. En el fondo del
estanque, bajo una densa trampa
de hielo, el agua se mueve:
un pequeño pez suspendido como un sol, visible
su corazón escarlata a un costado".

* * *

The winter after your death

"The long bands of mellow light
across the snow
narrow slowly.
The sun closes her gold fan
and nothing is left but black and white-
the quick steam of my breath, the dead
accurate shapes of the weeds, still, as if
pressed in an album.
Deep in my body my green heart
turns, and thinks of you. Deep in the
pond, under the thick trap
door of ice, the water moves:
the carp hangs like a sun, its scarlet
heart visible in its side".

Sharon Olds, Los muertos y los vivos (1983), Bartleby Editores (edicion bilingüe), Madrid, 2006.

Publicado el 10 de Agosto, 2008, 18:03

zoom over glaciar perito moreno 

"Esa cosa tan sorprendente que ocurre cuando clavas un
punzón en un bloque de hielo:
el modo en que su segmentada perfección se agrieta en
relucientes fallas, fracturas, facetas;
deltas plateados, deslumbrantes, que en un instante fugaz,
imposible de captar, complican el cosmos de sus
entrañas.
Irradian ahora con espinas y púas lengüetas agresivas de luz
rutilante, un tesoro de luz acumulada,
cuando lo clavas otra vez se parte en segmentos casi iguales,
ambas caras granulosas, consumidas, insípidas.

La fábrica de hielo era un lugar bajo y oscuro, de madera sin
pintar,
siempre húmeda y siniestra con el hielo derritiéndose.
Había aserrín y un casi dulce, incitante olor a aserrín,
el cual, debido al frío, parecía perforar el cerebro.
Avanzabas por el porche de techo bajo, alguien se te aparecía
con unas grandes tenazas y con los movimientos precisos,
sosegados del domador, sacaba un bloque de hielo de
la hielera.

Toma de nuevo el punzón, dale con fuerza, cuando el bloque
se parta, dale de nuevo, una vez más;
mira cómo se deshace en fragmentos más pequeños, fisuras
cristalinas.
Si no rompe con la punción, intenta una metáfora, como el
mar interior congelado de Kafka:
toma en tus brazos ese pastel de hielo, inventa un símil para
su pesada inactividad,
cuenta cómo te asusta al mojarte fríamente el pecho con
tanta rapidez que terminas tirándolo.

Imagina cómo incluso si se despedazara y comenzara a
licuarse
aún cabría la esperanza de que, reuniendo con rapidez esas
resbaladizas, perversamente caprichosas astillas,
lograras que se congelara de nuevo, restituirías su masa,
perdida algo de su preciosa brillantez,
justo ese tenue brillo del agua estancada en el piso áspero y
granuloso,
justo el breve sorbo, dulce, cálido como la sangre, que se
evapora en la lengua".

C.K.Williams (Newark, New Yersey, USA, 1936) ganó el Premio Pulitzer de Poesía en el año 2000. Este poema pertenece a su libro Reparación, escrito en 1999, y editado por primera vez en castellano por Bartleby Editores (Madrid, 2007). La traducción es de Jaime Priede.

Publicado el 2 de Agosto, 2008, 19:47

río azul - manuel girón

Río azul - Manuel Girón

"Porque lo que más deseo es permanencia,
el largo, relajado y continuo flujo
de ríos subterráneos sin sentido,
que alimenta los paisajes áridos con su azul-
Poesía, plegaria, o llámala como quieras
que libera el difícil acto del deseo
y hace al mundo entero, a la vez intenso y quieto-
Concentro mi corazón en la amistad, ardua y ligera
contra el feroz parpadeo encendido del azar
y todas las sensaciones abiertas en un atisbo.
Oh azul Atlántida donde los marinos sueñan
a sus muchachas en la espuma y bajo las olas-
Me muevo en otro rumbo. No bajaré la vista.

Porque lo que más deseo es permanencia.
Lo mejor es enterrar ahora este fuego,
guardar la llama dentro, sin sentido,
donde arden y fluyen los fuegos ocultos y los ríos,
crear un mundo que sea intenso y quieto.
Llego a ti con la mirada franca.
No son horas de fuego sino años de alabanza,
la copa llena hasta el borde, completamente llena,
pero alzada en equilibrio para que ninguna gota se derrame".

May Sarton, Revista Abyssinia, Eudeba, Bs. As., 1999.  Traducción de Diana Bellessi.

Publicado el 17 de Julio, 2008, 20:37

Gustav Klimt - El árbol de la vida

Gustav Klimt - El árbol de la vida

"Si puedo dejarte ir como los árboles dejan ir
sus hojas, tan naturalmente, una por una;
si puedo llegar a saber lo que ellos saben,
que la caída es alivio, es consumación,
entonces el miedo al tiempo y a la fruta incierta
no perturbaría los grandes cielos lúcidos,
este otoño extrañísimo, dulce y severo.
Si puedo soportar lo oscuro con los ojos abiertos
y llamarlo estacional, no áspero o extraño
(porque también el amor necesita un tiempo de descanso),
y como un árbol estarme quieta ante los cambios,
perder lo que se pierda para guardar lo que se pueda,
la extraña raíz todavía viva bajo la nieve,
el amor resistirá -si puedo dejarte ir".

May Sarton (1912, Wondelgem, Bélgica - 1996, Maine, USA), en Revista Abyssinia, dirigida por María Negroni y Jorge Monteleone, Eudeba, Bs. As., 1999.
Traducción de Diana Bellessi. 

Publicado el 5 de Julio, 2008, 16:08

   Hace unos días en el blog de Ana (ana-lafragua.blogspot.com), y a raíz del poema Grafito de Claudia Masin, que a su vez hizo que Laura Alonso evocara su poema El hueco en la tela, fueron surgiendo comentarios y reflexiones sobre la relación madre-hija, relación compleja, ambivalente y determinante de la vida de cualquier sujeto, pero sobre todo, de la hija. Justo cuando leía estos poemas y comentarios en La fragua, estaba leyendo Casi la luna, de Alice Sebold, que terminé anoche. Una novela muy dura, cruda, sin vueltas, en la que la protagonista cuenta en 1era. persona cómo mata a su madre de 88 años que sufre de cáncer de colon desde hace varios años. Todo el libro es un ida y venida entre las 24 horas posteriores al crimen (tiempo actual) y los recuerdos de la protagonista de la relación con su ex-pareja, sus hijas, su nieta, su padre y su madre. Por otro lado, pero creo que no al margen, el viernes viajo a Buenos Aires para entregar en la editorial la primera corrección del print de la tesina (que antes de fin de año se convertirá en libro), y que justamente es una investigación sobre el matricidio (pero no el de mi madre, quédense tranquilos!). Perece que nuestras madres nos hacen hablar. Y escribir. Por suerte eso. 

"Sabía de las limitaciones de mi madre porque también yo las llevaba... Entonces me di cuenta de algo que intuía desde hacía años pero no había sido capaz de nombrar: que yo había nacido para ser su representante en el mundo y llevar ese mundo a casa, ya fuera con manualidades de papel pinocho hechas en los primeros años de escuela o enfrentándome a un grupo de hombres enfurecidos en nuestro jardín. Lo haría todo por ella. Aquel era nuestro acuerdo tácito particular, la forma en que esta niña servía a su madre. (...) No me planteaba qué me estaba sucediendo. Había empezado a perseguir a mi marido como alguna vez había perseguido a mi madre, intentando estar a su altura, una niña sombra que se esforzaba por ser lo que creía que ellos querían que fuera."

Alice Sebold, Casi la luna, Mondadori, mayo 2008. Pgs. 106/ 215.

   

Publicado el 1 de Junio, 2008, 21:28

miro

Joan Miró

Punto de destino

"Tuvimos apenas unos pocos días, pero fueron muy largos.
La luz cambiaba constantemente.
Unos pocos días, repartidos en varios años,
en el curso de una década.

Y cada encuentro se cargó de una sensación de exactitud,
como si cada uno hubiera viajado, por su cuenta,
una gran distancia; como si hubiera habido,
después de todo, un punto de destino
en todos esos años de errancia.
No un lugar, sino un cuerpo, una voz.

Unos pocos días. Intensidad
a la que nunca se le permitió convertirse
en tolerancia o afecto aletargado.

Y durante años creí que esto era una absoluta maravilla;
en mi cabeza, volvía una y otra vez a esos días,
convencida de que eran el centro de mi vida amorosa.

Los días eran muy largos, como son largos ahora.
Y los intervalos, las separaciones, puro embeleso,
teñidas por una suerte de júbilo apasionado que parecía,
de alguna manera, extender esos días, inseparable de ellos.
Así que unas pocas horas podían ser toda una vida.

Unas pocas horas, un mundo que no se ampliaba ni se reducía,
al que, en cualquier momento, era posible entrar-

Por eso, mucho después del fin podía volver a él sin problemas,
vivir casi por completo en mi imaginación".

Louise Glück (New York, 1943). Este poema pertence a su libro Las siete edades, que la editorial Pre-textos publicará este año en España. Lo tomé del Diario de Poesía Nº 76 - mayo a agosto de 2008, Bs. As./ Rosario. La traducción -excelente- es de Mirta Rosenberg.

Publicado el 17 de Mayo, 2008, 16:38

   Tess Gallagher escribe El puente que cruza la luna en 1992, luego de la muerte de su marido, el escritor Raymond Carver. Sus poemas son íntimos y desgarrados. Su intuición sobre la vida y la muerte, sobre la soledad de existir, son de una lucidez que nos deja sin aliento. Algunos breves, otros más extensos, unos muy simples y transparentes, otros extrañamente complicados, nos invitan a descubrir no sólo un aspecto de la relación de Tess y Raymond, sino a la vez, a una escritora poco común.

Tess Gallagher nació en 1943 en Port Angeles. Es poeta, narradora, guionista, traductora, y también escribe ensayos. Ha publicado varios libros de poemas, pero el único que ha sido traducido al castellano es éste, publicado por Bartleby Editores en España. 

Habitación infinita

"Habiendo perdido el futuro con él,
estoy dispuesta a amar a quienes
no me ofrezcan futuro -la forma
que tiene el corazón de extraviarse
en el tiempo-. El me lo dio todo, hasta
el útlimo y jaspeado instante, pero no como un exceso,
sino como si un propósito oculto fuese
una fuente junto al camino
a la que pudiera acercar mis labios y saciarme
de recuerdos. Ahora el amor en una habitación
puede hacer que me pierda con suma facilidad,
como una niña que hubiese de volver deprisa a casa
ya de noche, y tuviera miedo de
encontrarla vacía. O sólo miedo.

Dime otra vez que esto va a durar
lo que dure. Quiero ser
frágil y verdadera, como quien prolonga
el momneto con su muerte intacta,
con su corazón, demasiado sabio,
limpio de los desechos que llamamos esperanza.

Sólo entonces podré volver a visitar al último superviviente
y saber, con la alborotada exacatitud
de una ventana rota, lo que quería decir,
con todo el tiempo ido,
cuando decía: "Te quiero".

Y ahora ofréceme de nuevo
lo que pensabas que no era nada".

El puente que cruza la luna, Tess Gallagher, Bartleby Editores, Madrid, 2006.
Traducción: Eduardo Moga.

Imagen: Das fliegende Kamel, de Quint Buchholz.

Publicado el 15 de Febrero, 2008, 17:00

   Hace unos días les recomendé Autoayuda, de Lorrie Moore, como uno de los libros que podían leer este verano. Es un libro escrito en 1985, y Emecé lo editó en el 2001. Estuve tres años buscándolo, hasta que finalmente este verano, buscando un libro de Murakami, lo encontré en una librería de Pinamar. Me dijeron que está fuera de catálogo, pero es probable que puedan conseguirlo en alguna librería de usados.

Los que me conocen, saben que jamás leería un libro de "autoayuda", ni nada que se le parezca. Odio a Coelho, "Buscay" y a todos sus secuaces. Y este libro, como no podía ser de otro modo, está en las antípodas de cualquiera de esos manuales detestables que subestiman y toman por idiota al lector.      

Lorrie Moore es una gran escritora norteamericana, clara heredera del mejor estilo Carver. Inteligente, original, sarcástica, observadora de lo cotidiano como pocos. Madres e hijas, amantes, parejas, hermanos, amigos, todos se encuentran y desencuentran en sus cuentos. Disfrútenla...

"Otra foto de mi madre con su vestido de novia: de pie junto a su propia madre, cuya sonrisa y sombrero son demasiado grandes para la cara; parece vagamente una cara sin ojos, sin nariz. Y su hija mira no a la cámara sino a un costado, hacia alguna parte."

"Una serie de fotografías de madres e hijas intercambiando roles: mujeres que cambian de lugar para cuidarse unas a otras. Tú, la hija, te conviertes en madre, en Ceres, y ella, en la hija, secuestrada en el infierno, y tú rondas la tierra para encontrarla, llorarla, y dejas los árboles y los granos sin cuidado, para que se sequen, y no tienes paz, tú no tiene paz".

Lorrie Moore, Lo que se llevan, en Autoayuda, Emecé Editores, Bs. As., febrero 2001. 

La foto, Marta y Nana pasean por la playa, fue tomada por la fotógrafa  argentina Adriana Lestido, y pertenece a su ensayo Amores difíciles (Madres e hijas, 1995 - 1998).

Publicado el 4 de Febrero, 2008, 19:23

ventana

"Frescas noches de verano.
Las ventanas abiertas.
Las lámparas encendidas.
Fruta en el frutero.
Y tu cabeza sobre mi hombro.
El momento más feliz del día.

El amanecer,
desde luego. Y ese momento
justo antes de comer
y las primeras horas
de la tarde.
Pero amo

estas noches de verano.
Más incluso, me parece,
que todos esos otros momentos.
El trabajo terminado ese día.
Y nadie que nos pueda alcanzar en ese momento.
O nunca."

De Ultramar, en Todos nosotros, Raymond Carver, Bartleby Editores, 2006. Traducción y prólogo de Jaime Priede.

Publicado el 10 de Enero, 2008, 15:58

serpent seas - klimt

(Sea serpent - Gustav Klimt)

"Sé que estás leyendo este poema
tarde, antes de dejar la oficina
esa de la intensa luz amarilla y la ventana en penumbras
en el cansacio de un edificio que se diluye en la quietud
mucho después de la hora pico. Sé que estás leyendo este poema
en una librería, de pie, lejos del mar
una tarde gris a inicios de la primavera, con débiles copos de nieve
llegados desde el enorme espacio de praderas que te rodean.
Sé que estás leyendo este poema
en un cuarto donde tuviste que tolerar demasiado
las sábanas se ven revueltas, paralizadas sobre la cama
y la valija abierta habla de un vuelo
pero no puedes partir todavía. Sé que estás leyendo este poema
mientra el subte pierde impulso y antes de correr
escaleras arriba
hacia una clase de amor desconocido
que tu vida aún nunca se permitió.
Sé que estás leyendo este poema a la luz
del televisor donde imágenes sin sonido irrumpen y se suceden
mientras esperas noticias de la intifada.
Sé que estás leyendo este poema en una sala de espera
entre ojos conocidos y hostiles, llena de empatía con extraños.
Sé que estás leyendo este poema bajo una luz fluorescente
con el aburrimiento y la fatiga de los jóvenes excluídos,
que se excluyen a sí mismos de la vida con excesiva rapidez. Sé
que estás leyendo este poema con la vista que te falla, que gruesos
lentes agigantan estas letras hasta borrar todo sentido, y aún así
persistes porque el abecedario mismo es valioso.
Sé que estás leyendo este poema mientras esperas que en la cocina
se caliente la leche, con un niño que llora en tus brazos, un libro en la
                   mano
porque la vida es breve y tu también estás sedienta.
Sé que estás leyendo este poema escrito en un idioma que no es el tuyo
adivinando ciertas palabras mientras otras te fuerzan a seguir
y yo quiero saber cuáles son esas palabras.
Sé que estás leyendo estas palabras con el deseo de oir algo, desgarrada
                entre la amargura y la esperanza
como quien regresa una vez más a la tarea indispensable.
Sé que estás leyendo este poema porque no queda
                 ya nada que leer
ahí donde llegaste, desnuda como estás".

Adrienne Rich, (Dedicatorias), en La pasión del exilio. Diez poetas norteamericanas del Siglo XX, Selección traducción y prólogo: María Negroni, Ed. bajo la luna, Bs. As., 2007.

Publicado el 24 de Diciembre, 2007, 17:33

   "Pronto lo descubrí. La víspera de Navidad, mientras caminábamos por Canal Street, me paré en seco, extasiado ante un objeto mágico que vi en el escaparate de una tienda de juguetes. Era la maqueta de un avión lo bastante grande como para sentarse dentro y pedalear como en una bicicleta. Era verde y tenía una hélice roja. Estaba convencido de que, si pedaleaba con la suficiente energía, el avión despegaría y levantaría el vuelo! Habría sido fantástico! Ya podía ver a mis primos allí abajo mientras yo volaba por las nubes. Ver para creer! Reí; reí y reí. Fue la primera vez que mi padre pareció sentirse a gusto conmigo, aunque no sabía qué me había parecido tan divertido.

   Aquella noche recé para que Papá Noel me trajera el avión. 

   Mi padre había comprado ya un árbol de Navidad, y estuvimos un montón de tiempo en un supermercado eligiendo cosas para adornarlo. Entonces cometí un error. Coloqué un retrato de mi madre bajo el árbol. En el momento en que mi padre lo vio, se puso pálido y empezó a temblar. Yo no sabía qué hacer. Pero él sí. Fue hacia un armario y sacó de él una botella y un vaso largo. Reconocí la botella porque todos mis tíos de Alabama tenían muchas exactamente iguales. Puro Moonshine, licor destilado durante la Prohibición! Llenó el vaso y se lo bebió de un trago. Hecho ésto, fue como si el retrato se hubiera desvanecido.

   Esperé, pues, la Nochebuena y el siempre excitante advenimiento del orondo Papá Noel. Por supuesto, jamás había visto ese pesado y ruidoso gigante con la panza hinchada dejarse caer por la chimenea y exhibir alegremente su generosidad bajo un árbol de Navidad. Mi primo Billy Bob, que era un miserable enanito, pero que tenía un cerebro como un puño de hierro, afrimaba que todo eso era una tontería, que no existía semejante criatura..."

Cuentos completos, Truman Capote, Anagrama, Barcelona, 2005, pgs. 325/ 326.  

QUE TENGAN TODOS UNA MUY FELIZ NAVIDAD!!

Publicado el 22 de Diciembre, 2007, 21:44

campo con amapolas

"Como un hombre y una mujer construyen
un jardín entre los dos como
un lecho de estrellas, aquí
se demoran en el atardecer estival
y la tarde se enfría
con su terror: todo
podría acabar, la devastación
es posible. Todo, todo
puede perderse, por al aire perfumado
las estrechas columnas
se alzan para nada, y más allá,
un mar revuelto de amapolas-

Silencio, amado. No importa
cúantos veranos tenga que vivir para volver:
en éste entramos en la eternidad.
Sentí que tus manos
me enterraban para liberar mi esplendor".

La pasión del exilio. Diez poetas norteamericanas del Siglo XX, Selección, traducción y prólogo: María Negroni, Bajo la luna, 2007.

Publicado el 30 de Noviembre, 2007, 11:46

rompiente

LA VERDAD QUE LOS MUERTOS CONOCEN
 
                               
a mi madre, mazo 1902 - marzo 1959
                                a mi padre, febrero 1900 - junio 1959

"Listo, digo y me alejo de la iglesia,
rechazando la tensa procesión hacia la tumba,
que los muertos vayan solos en la carroza fúnebre.
Es junio. Estoy cansada de ser valeinte.

Manejamos hasta el Cabo. Me nutro
donde el sol se empoza desde el cielo,
donde el mar se balancea como la puerta de hierro
y nosotros nos tocamos. En otro país, la gente muere.

Querido, el viento nos golpea como piedras
desde el corazón blanco del agua y cuando nos tocamos
habitamos el Tacto enteramente. Nadie está solo.
Los hombres matan por esto, o por cosas así.

Y los muertos, qué? Yacen descalzos
en sus naves de piedra. Más afines a la piedra
de lo que sería el mar, si se detuviera. Se niegan
a ser bendecidos, ojo, nudillo, garganta".

Anne Sexton, poeta norteamericana (1928 - 1974), de To Bedlam and Part Way Back, 1960.
Traducción de María Negroni
Fuente: Revista Nómada, Año 2, Nº 7, Buenos Aires, octubre 2007.

Publicado el 7 de Noviembre, 2007, 22:00

jardin de flores - klimt

"No podría hacerlo otra vez,
apenas soporto la escena -

en el jardín, en la lluvia leve
la joven pareja siembra
una hilera de habas, como si
nadie antes hubiera hecho algo así,
como si nunca aún se hubieran plantado y resuelto
las grandes dificultades -

No pueden verse,
en la fresca suciedad, empezar
sin perspectiva,
con las lomas atrás, color verde pálido, cubiertas de flores -

Ella quiere detenerse;
él quiere llegar hasta el final,
permanecer con la cosa -

Mira cómo ella toca la mejilla de él
para instaurar una tregua, sus dedos
frescos de lluvia primaveral;
en el fino césped, estallidos de azafranes morados -

aun aquí, incluso al comienzo del amor,
esa mano que abandona un rostro fragua
una imagen de partida

y ellos creen
que pueden ignorar
esta tristeza"

Louise Glück (USA, 1943), traducción de María Negroni.
Fuente: Revista nómada, Año 2, Nº 7, Bs. As., octubre 2007.

Creo que es el poema más bello, dulce y triste que he leído en el último tiempo. Es la primera vez que leo algo de esta poeta, asique este fin de semana me pondré a investigar más sobre ella, a ver qué otras cosas encuentro en el cyberespacio. Por el momento, sólo puedo decir que me ha conmovido profundamente. Espero que les haya gustado.

Publicado el 9 de Septiembre, 2007, 20:59

 "Quizás tendría que encender un fuego. Te gustaría?
 Encenderé el fuego.

 Quizás tendría que romper en pedacitos pequeños el  periódico dominical y hacer un esfuerzo por no entretenerme leyendo los anuncios.

Quizás tendría que terminar del todo el agujero que estaba cavando en el huerto de atrás.

Quizás tendría que prepararme una taza de té y tomar Vitamina C. Quieres una taza de té?

Quizás tendría que dar simplemente un paso sin rumbo.

Quizás tendría que quedarme en un sitio y no moverme de allí y dejar de inventar motivos para irme.
Quizás podríamos tener tu y yo una conversación. Te gustaría conversar?"

14/01/80
Homestead Valley, Ca.

Sam Shepard, Crónicas de motel, Ed. Anagrama, Barcelona, 1989.

Publicado el 7 de Septiembre, 2007, 22:08

   "Mi foto de Tailandia es marrón y amarilla, con hojas de palmera, y más allá del borde de la foto hay un mono; lo sé porque yo estuve allí. El gibón blanco hacía ruidos incluso de noche. Yo podía ver las luces desde el templo como si fueran adornos de Navidad pero eran luces budistas, rojas y verdes y amarillas, donde los monjes se paseaban con túnicas color azafrán y cabezas rapadas. Algunos eran tan guapos que daba  ganas de acariciarlos pero no los podía tocar excepto  en sueños. Dormíamos bajo una red antimosquitos en Chiengmai, yo dormía, y el también, en la foto que conservo, dormíamos y nos despertábamos para escuchar el gibón, y entonces yo lucía jazmines alrededor del cuello. Bajábamos a los canales de Bangkok y yo llevaba una docena de rosas. También tenía puesto mi vestido verde claro sin mangas y no llevaba sombrero. Recorríamos el agua turbia de los canales, estrechos como calles, y sabía que sólo me quedaban cuatro días para irme. Un niño se asomó a una ventana para saludarnos y le devolví el gesto de un beso prohibido, y el agua sucia y las nubes grises y la torre de mosaicos a las que algunos turistas habían arrancado teselas; pero no nos acercamos lo suficiente para verlo porque pasamos de largo. A las cinco descansamos durante una hora. Todo dentro de las limitadas esquinas de la foto, todas las millas del río y el Golfo de Siam y el horizonte".

Siri Hustvedt, Leer para tí (1983), Bartleby Editores, Madrid, 2007.

Publicado el 1 de Septiembre, 2007, 13:58

   "No había cañerías, y la casa no hacía ruido. Los grillos, constantes y caóticos, conforman un millón de voces al anochecer. Ahora este es mi país, dijo él mientras conducía a través de las llanuras deshabitadas de Dakota del Sur, con el lino azul y el maíz creciendo como siempre, donde uno puede ver hasta el infinito. Este es el país de mi padre, extremado y ventoso, ardiente e insoportablemente frío, y en primavera, la violencia de los capullos rotos y la corteza extraña de los sauces blancos, la presencia diminuta de flores silvestres en el musgo húmedo es la vista que elijo, cerca del suelo, con una mejilla en el fango junto al riachuelo y después dormitando con el ruido de los grillos. El día que me miré al espejo no sabía que cuando uno besa es imposible ver nada; ciega la proximidad a medida que una cara penetra la otra. Es breve y solo queda el estremecimiento del recuerdo mientras recorro la calle. El azafrán nace en primavera, abre rápido y al poco tiempo se marchita".

Siri Hustvedt, Leer para tí, Bartleby Editores, Madrid, 2007.

Publicado el 30 de Agosto, 2007, 18:25

   "El escribía un párrafo en una página amarilla. Sucedía en New York, no en París. Si no fuera porque aún me estaba despertando, habría podido ver algo más que el rectángulo del párrafo y la foto encima de su escritorio, junto a la ventana. Iba a ser una carta. Las llaman cartas de amor incluso si la palabra "amor" no aparece o aparece sólo al final? También a mí me atrae la idea de una carta de amor y de un océano en el que permanecer de pie para siempre, como ellos; o al menos tanto tiempo como dura la foto, que probablemente sea mucho tiempo. Mientras tanto alguien podría morir. Puede que yo tenga una hija o un hijo mientras tanto. Quizás él se vaya de New York, donde vimos la basura por primera vez, después de estar tres días sin salir de casa. Ninguno dijo entonces la palabra "amor" pero fue entonces cuando pudo haberse dicho. La escribió en enero. El se fue en julio y cuando le preguntaban por ella decía: "Su ropa sucia todavía sigue con la mía, si te refieres a eso". Y mi cara todavía sigue sin arrugas y algunos dice que hermosa. El dijo hermosa. Todo el invierno. Yo pensaba en la nieve y en el rosa que destiñó el lavado. Sólo aparecían ellos dos en la foto pero debía de haber otro film y más de ese océano, y quizás otros y otros films".

Siri Hustvedt, Leer para tí, Bartleby Editores, Madrid, 2007. Nació en Minnesota (USA) en 1955. Es ensayista, novelista, doctora en Literatura Inglesa, y esposa de mi querido Paul Auster. Escribió Reading to you en 1983, único libro de poemas que ha escrito hasta el momento. Una lástima, debería hacerlo más seguido.       

Publicado el 24 de Junio, 2007, 6:49

Aquí les dejo otros dos poemas de Raymond Carver y Tess Gallagher, tan breves como bellos. Que los disfruten, y que tengan una semana llena de buenas cosas.

"Vamos a suponer que digo verano,
escribo la palabra <colibrí>,
la meto en un sobre,
y la llevo colina abajo
hasta el buzón. Cuando abras
mi carta recordarás
aquellos días y cuánto,
cuantísimo, te quiero".

Raymond Carver, Un sendero nuevo a la cascada, Colección Visor de Poesía, Madrid, 2001.


"Yacer junto al amado
significaba disfrutar del jardín en
todas las estaciones.
Ahora lo veo"

Tess Gallagher, El puente que cruza la luna, Ed. Bartleby, España, 2007.

Publicado el 21 de Junio, 2007, 13:42

 Raymond Carver nace en Oregon (1938), y muere muy joven en New York (1988). Según algunos críticos, formó parte del movimiento conocido como "Realismo Sucio", del que también  participaban  Tobias Wolff y Richard Ford. Posteriormente, este movimiento recibiría el nombre de "Minimalismo", pero Carver, si bien reconocía su amistad con estos autores, nunca reconoció su pertenencia a este grupo. En 1977 conoce a Tess Gallagher, poeta y narradora, quien sería su segunda esposa y a partir de quien dejaría de beber. Así comienza "la segunda parte de su vida": da clases en las Universidades de Iowa y Humboldt y pronto se convierte en uno de los escritores más reconocidos de Estados Unidos, maestro de la narrativa breve norteamericana. Aquí seleccioné un poema de él, que escribió cuando sabía que le quedaba poco tiempo de vida, publicado en Un sendero nuevo a la cascada (Colección Visor de Poesía, España, 2001). Y un poema de Tess, escrito luego de la muerte de su esposo, publicado en El puente que cruza la luna (Bartleby Editores, España, 2006). Ambos poemas me transmiten una profunda ternura. Ojalá les gusten.

NINGUNA NECESIDAD

"Veo un sitio libre en la mesa.
Para quién? Quién falta? A quién le estoy tomando el pelo?
El barco espera. Ninguna necesidad de remos
o de viento. He dejado la llave
en el mismo sitio. Ya sabés dónde.
Recuérdame, y todo lo que hicimos juntos.
Ahora estréchema con fuerza. Eso es. Bésame
en la boca. Ahí. Ahora
deja que me vaya, querida. Déjame ir.
Ya no volveremos a vernos en esta vida,
asique dame un beso de despedida. Aquí. Vuélveme a besar.
Otra vez. Ahí. Ya es suficiente.
Ahora, querida, deja que me vaya.
Es hora de ponerme en camino"

Raymond Carver

DEJO DE ESCRIBIR EL POEMA

"Dejo de escribir el poema
para doblar la ropa. Sin que importe quién vive
y quién muere, sigo siendo una mujer.
Siempre tengo muchas cosas que hacer.
Pongo juntas las mangas de su camisa.
Nada puede detener
nuestra ternura. Volveré
al poema. Volveré a ser
una mujer. Pero por ahora
hay una camisa, una gigantesca
camisa en mis manos, y en alguna parte
una niña pequeña de pie junto a su madre
observando para aprender cómo se hace"

Tess Gallagher

Publicado el 7 de Junio, 2007, 20:30

Acá va otro poema de Mark Strand,... y prometo que los dejo descansar por un tiempito. Para acompañar este Séptimo día, elegí Noche estrellada, de Vincent Van Gogh, uno de mis artistas favoritos. Esta vez, incluyo también la versión original en inglés, que para mí, tiene una cadencia insustituible, por excelente que sea su traducción. Y me parece que también, el texto en su versión original tiene un sentido, y cierto despojamiento, que el castellano no llega a suplir. Ojalá les guste, y espero que lo hayan disfrutado tanto como yo.

Noche estrellada

"Salí a dar un paseo avanzanda la noche, preguntándome
si acaso volverías. El aire estaba tibio y el olor de las rosas
mi hizo recordar la tarde que apareciste en mi alcoba,
en un pozo de luz. Pronto la luna se pondría
y deseé que vinieras. Mientras tanto, pensaba
en las viejas estrellas que caen, en las cenizas de una y otra
  cosa.
Y supe que podría estar esparcido entre ellas,
que el sueño de la luz podría continuar sin mí,
que nunca fue mi sueño sino el tuyo. Y en la oscuridad
de la séptima noche supe que pronto llegaría mi hora.
Y miré la colina, y miré más allá de las aguas en calma.
Ya la luna se había puesto, y tu estabas aquí."

"I went for a walk late at night wondering whether
you would come back. The air was warm and the odor
  of roses
made me think of the day you appeared in my room,
in a pool of light. Soon the moon would rise
and I hoped you would come. In the meantime I tought
of the old stars falling and the ashes of one thing and
  another.
I knew I would be scattered among them,
that the dream of light would continue without me,
for it was never my dream, it was yours. And it was clear
in the dark of the seventh night that my time would come
  soon.
I looked at the hill, I looked out over the calm water.
Already the moon was rising and you were here."

Mark Strand - Sólo una canción, Editorial Pre-Textos, Valencia, 2004

Publicado el 27 de Mayo, 2007, 14:39

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Labrador, Canadá

"Estamos aquí en Labrador. Siempre
he deseado estar aquí, especialmente contigo,
en esta cabaña donde relumbra el fuego. Tú

llevas un traje Calvin Klein y yo
la chaqueta de terciopelo que heredé de mi padre.
Eso es todo. Por qué? Porque estoy feliz. Y atento

al primer signo tuyo que nos lleve a la cama.
Esos momentos de frívola anticipación
son los más felices de mi vida. Y me pregunto si acaso

no somos parte de alguna predicción sobre
lo bueno que puede ser el mundo si nosotros,
en este frígido paisaje, libre de la necesidad

de comprar, estamos donde el mundo se dirige.
O tal vez formamos parte de un registro de lo que
ya ocurrió, y somos un signo de las profundidades

donde se hundió el mundo. Tu costoso traje,
mi envejecida chaqueta, esta cabaña sin cañerías
dentro, sin horno decente, sin estéreo ni TV

podrían no ser más que una broma
en la cuenta final de logros por reclamarse
en una fecha tardía. Pero estamos aquí,

nadie puede arrebatarnos eso,
y si se burlan, qué importa, estamos aquí
felices en Labrador, bailando hasta el amanecer".

Mark Strand, Sólo una canción, Editorial Pretextos, Valencia, mayo 2004 (Este poema pertenece a Dark Harbour, 1993)

Publicado el 19 de Mayo, 2007, 18:57

En enero de 2006 descubrí a Mark Strand leyendo un librito que se llama Poesía minimalista norteamericana (Ediciones Los libros de Orfeo). Desde entonces, estoy buscando sus libros, inconseguibles en Argentina. Hasta le pedí a un amigo que vive en España si me lo podía conseguir, pero enviar libros hasta aquí, desde la madre patria, es realmente carísimo (creo que proporcionalmente, conviene más sacar un pasaje a Madrid!). Pero por suerte este jueves, antes de ir al taller de poesía que estoy haciendo en la Casa de la Poesía de Buenos Aires, me di una vuelta por la Librería Norte, y allí encontré este tesoro que es Sólo una canción. Espero que los disfruten mucho porque a partir de hoy, y por unos cuantos días, encontrarán en este blog una larga serie de sus poemas. 

EL GUARDIAN

"La puesta de sol. Los prados ardiendo.
El día perdido, perdida la luz.
Por qué amo lo que huye?

Tú, que te fuiste, que te estabas yendo,
qué oscuros cuartos habitas?
Guardián de mi muerte,

custodia mi ausencia. Yo estoy vivo."


DANZA

"El fantasma de otro viene a visitarme,
celebramos nuestra comunión mientras brilla la luz.
Mientras brilla la luz, qué más podríamos hacer?
Y quién no tiene un pie en la tumba?

Advierto los árboles tupidos con sus hojas,
una nube de insectos los engulle.
La luz cae como un ancla entre las ramas.
Y quién de nosotros no cae constantemente?

Flota mi mente en el aire púrpura del cráneo.
Y me veo a mí mismo danzando. Sonrío a todos.
Mi cabeza es una casa ardiendo. Fuera de ella danzo
   lentamente.
Y quién no es llevado una y otra vez al cielo?"

Mark Strand, Sólo una canción, Editorial Pre-textos, España, mayo 2004. (Mark Strand nació en 1934 en la Isla del Príncipe Eduardo, en la costa atlántica de Canadá, pero vivió y realizó sus estudios en Estados Unidos y en algunos países de Sudamérica. Fue amigo de Octavio Paz y admirador de Pessoa y Borges. En 1999 ganó el Premio Pulitzer por Blizzard of One y trabaja como Profesor en la Universidad de Chicago. La selección, traducción y prólogo de este libro estuvieron a cargo de Eduardo Chirinos).  

Publicado el 1 de Marzo, 2007, 19:27

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"Hay una mariposa Monarca muerta en la acera de Ozona. La brisa se la lleva de acá para allá. Durante todo el día ha estado estrellándose contra mi parabrisas, dejando salpicaduras rosadas y doradas en el cristal. He visto a una de ellas que caía a plomo desde el cielo y chocaba contra el asfalto de la Highway 10 East. Debe de ser la época del año en la que tienen que morir".  

16/10/80, Ozona, Texas

Sam Shepard, Crónicas de motel, Compactos Anagrama, España, 1997, Pg. 57.